El 25 de octubre pasado hubo una reunión del PSUV en la Av. 17 de diciembre de Ciudad Bolívar.
Los asistentes que no figuran en la directiva regional o local, esos que se acercan para manifestar su apoyo vigente al partido de Chacumbele, se quedaron locos cuando compararon las circunstancias con aquellos encuentros que el MVR hacía en 1997 en el pueblito Soledad. Un militante recuerda que "en aquel tiempo se congregaban decenas de personas espontáneamente, no en búsqueda de prebendas, sino con la esperanza de que Chávez llegara a Miraflores. Si, por ejemplo, dentro de la casa había treinta personas, en la acera había aparcados tres vehículos: un desvencijado Volkswagen, una camioneta de los setenta y un viejo Malibú". Pero el 25 de octubre, la sede del PSUV estaba adornada en su acera con pura camionetota. Merú. Four Runner, Explorer. Trail Blazer. Tahoe. Hilux. Silverado. Tucson. Letritas brillantes le daban nombre a los diferentes modelos de gran lujo y ostentación. Las caras de sus dueños, orgullosos, hinchados de satisfacción, de estar donde hay y comiendo tremendo cambur. Ser rico es malo, decía Esteban. ¿Será que son esas las camionetas que usarán para defender la revolución bonita? Ni hablar en las campañas donde las forran con caras de candidatos socialistas y las ponen a rodar. Pregúntenle a Jorge Amorin de su foto en tremenda nave 4x4. Pena ajena.
Cort. TalCualDigital
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