Por: Teodoro Petkoff/TalCual
Por una de esas picardías de la historia, Venezuela ingresó finalmente a Mercosur mediante una carambola. Si los paraguayos que tumbaron a Lugo hubieran pensado mejor las cosas habrían notado que su "hazaña" iba a ser respondida por Mercosur como lo hizo: colocando a Paraguay en una suerte de stand by, congelando su pertenencia al "club" mientras se realizan las elecciones que restituyan el status quo democrático.
Ello, obviamente, abrió la ventana que permitió a Brasil y Argentina con la objeción de Uruguay, meter por ella a Venezuela, ya que el único que se oponía era precisamente Paraguay. Además, para esos países, exportadores netos, un mercado como el venezolano es mucho más apetecible que el del pequeño y pobre Paraguay.
Se ha cumplido, así sea por un golpe de suerte, un viejo sueño venezolano, cual es el de pertenecer a ese grupo de integración. Ya desde los tiempos de Caldera II se habían iniciado los primeros contactos, que luego Chacumbele mantuvo, pudiendo así pedir el acceso, que tanto costó.
Pero los tiempos han cambiado desde los noventa del siglo pasado hasta hoy. En primer lugar, Mercosur mismo ha cambiado. Hoy aparece como un bloque cruzado de contradicciones, en particular las que oponen a sus dos grandes, Brasil y Argentina, que han llegado hasta el punto de que las propias relaciones económicas están afectadas. Los dos países más pequeños, Uruguay y Paraguay, se han quejado en varias ocasiones del "padroteo" de sus hermanos mayores. El pleito entre Uruguay y Argentina por la papelera ha dejado cicatrices duras de sanar. En segundo lugar, Venezuela también ha cambiado. Sus sectores manufacturero y agrícola han sido seriamente lastimados por la política económica del gobierno, de tal modo que su competitividad ante las economías de los otros socios es muy precaria. De hecho, aun sin ser miembros de Mercosur hoy nuestras importaciones de aquellos países han crecido exponencialmente, en particular las provenientes de Brasil, que de una balanza comercial de 200 millones de dólares en 1998 ha pasado hoy a una de alrededor de 8 mil millones. De hecho, prácticamente lo único que tenemos para exportar de modo significativo es petróleo.
Afortunadamente, hay cuatro años para completar el proceso en sus aspectos económicos, en particular los arancelarios.
Son cuatro años en que una agresiva política de industrialización debería adelantarse, haciendo del sector privado uno de los pivotes de ella, ya que por su naturaleza liviana es el más apto para exportar bienes de consumo. De no procederse en este sentido nuestro paso por Mercosur estará signado por la liquidación total de nuestra manufactura y agricultura. Se acentuará nuestra condición de país importador y monoexportador, dependiente más que nunca de los ingresos petroleros, cuya volatilidad está más que demostrada.
Razón de más para derrotar a Chávez el 7O. A él sólo le interesa el bloque como plataforma política y no económica. La economía poco le interesa, como lo ha demostrado a lo largo de estos años.
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