Una conjunción de errores humanos y fallos técnicos fue la causa del accidente de un avión de Air France en 2009 que cubría la ruta Río de Janeiro-París, según revelaron hoy fuentes cercanas al caso. Las conclusiones del informe, que será presentado el 10 de julio a las familias de las víctimas, mencionan una pérdida de datos debido a la congelación de los sensores de velocidad y una reacción inapropiada de la tripulación. Un total de 228 personas murieron el 1 de junio de 2009 cuando el Airbus A330 se precipitó a las aguas del Océano Atlántico.
Las conclusiones del informe mencionan una pérdida de datos debido a la congelación de las sondas Pitot, la aplicación de un procedimiento de emergencia inadaptado para el caso, la ausencia de una reacción apropiada de la tripulación e incluso una falta de seguimiento de los incidentes desde 2004, según reveló la víspera una fuente cercana al caso.
Tres años después de una las catástrofes aéreas más graves de la historia de Francia, la Oficina de Investigación y Análisis francesa (BEA), organismo público a cargo de las investigaciones en materia de seguridad aérea, revela este jueves el informe final de los expertos judiciales, el cual será presentado el 10 de julio a las familias de las víctimas.
Las 228 personas a bordo del Airbus A330 que cayó al océano Atlántico murieron en el accidente del 1 de junio de 2009. El accidente del vuelo Rio-París se debió a una conjunción de errores humanos y fallas técnicas. En la investigación judicial, Air France y Airbus fueron inculpados en febrero de 2011 por homicidio involuntario.
La veintena de conclusiones de este informe de 356 páginas, encargado por la jueza Sylvia Zimmermann, comienza con una descripción de la pérdida de la sustentación del aparato. “La pérdida de la sustentación comenzó con una trayectoria no controlada en momentos en que se sucedía la pérdida de datos debido a la acumulación de hielo en las sondas Pitot, acompañado de alarmas y de la degradación de los sistemas asociados”, según las conclusiones citadas por esta fuente.
“El déficit de información de la tripulación en lo que respecta a la acumulación de hielo en las sondas o a la altitud contribuyó al efecto sorpresa”, agregó.
Menciona luego lo inadaptado de los procedimientos de emergencia, como el aplicado en caso de “IAS no confiable” (indicación de velocidad dudosa, consecuencia del hielo en las sondas) “que aunque adaptado a la situación, resultó inadecuado teniendo en cuenta los síntomas perceptibles”.
El informe evoca además “condiciones de vuelo desfavorables: de noche, con turbulencias y sin referencias visuales” y “un fenómeno de cristales de hielo (...) oficialmente ignorados”.
Los expertos señalan también que el comandante de a bordo “no asumió sus responsabilidades de mando” e “inhibió la voluntad de actuar correctamente del copiloto”, según la fuente.
Señalan asimismo la ausencia de “reacción apropiada” de la tripulación a la alarma subrayando que las condiciones de la aplicación del procedimiento en la documentación no era adaptado a la urgencia de la situación”.
La formación del personal también es cuestionada: “no hay exigencias particulares complementarias a la competencia del copiloto, definidas por el operador, para asumir la función de suplente del comandante de a bordo”.
También critica las modificaciones técnicas ya que no estuvieron seguidas del análisis de seguridad, cuando se anotaron “especificaciones de certificación (CS25) que no evolucionaron luego de los incidentes de pérdida de indicaciones de velocidad desde 2004”.
Los expertos revelan que “la ausencia de respuesta de la Agencia Europea de Seguridad Aérea (AESA)” a las demandas de la justicia "no permitió el estudio y el análisis de los temas concernientes a la autoridad de certificación”.
En marzo de 2009, a pesar de varias fallas en las sondas Pitot, la agencia estimó que ninguna acción era necesaria. Las familias de las víctimas se felicitaron del informe de los expertos judiciales, juzgado imparcial.
“Las responsabilidades de Airbus, de Air France y de los pilotos son señaladas, los problemas de funcionamiento del aparato son incluso evocadas mientras que con el BEA teníamos la impresión que sólo los pilotos eran responsables”, declaró a la AFP el presidente de la asociación de ayuda y solidaridad del AF447, número del vuelo de la compañía francesa que cayó al agua ese 1 de junio de 2009.
Para uno de los abogados de las familias, Yassine Bousrou, “este informe permite atribuir responsabilidades claramente a Airbus, en la medida en que los expertos critican la concepción del avión, y a Air France, en la medida en que la formación de la tripulación no fue impartida convenientemente”.
TalCualDigital
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