Entregado durante meses a un sordo enfrentamiento con el presidente colombiano Juan Manuel Santos, el ex mandatario Alvaro Uribe creó esta semana un nuevo movimiento político con el que reclama un reforzamiento de la seguridad y critica supuestos acercamientos a la guerrilla.
Las críticas de Uribe, hasta ahora confinadas en la red social Twitter, se abrieron paso en el espectro político con el lanzamiento del "frente antiterrorista", un movimiento que aspira a llevar candidatos a las elecciones legislativas y presidenciales de 2014 con consignas en contra de lo que considera la "laxitud" del gobierno de Santos frente a la guerrilla comunista FARC.
"El deterioro de la seguridad, la brecha que se ahonda entre la palabra del gobierno y los hechos que padecen los colombianos hace perder la credibilidad en el Ejecutivo", fustigó el ex presidente en un acto político en Bogotá.
Uribe gobernó a Colombia entre 2002 y 2010 con una política de enfrentamiento total a las guerrillas, que redujo a la mitad a sus combatientes y le valió gran popularidad. Santos, quien fue su ministro de la Defensa, le sucedió en la presidencia.
"Ese discurso muestra una ruptura muy fuerte dentro del establecimiento político", dijo a la AFP el politólogo Fernando Giraldo, de la Universidad Javeriana.
"Uribe representa al sector radical que quiere cumplir con sus objetivos de seguridad, sea cual sea el costo para la democracia", refirió Giraldo, al prever "una lucha feroz" ante la posible reelección de Santos.
Pese a sus logros en materia de seguridad, sobre el gobierno de Uribe pesa la sombra de violaciones a los derechos humanos, entre ellas ejecuciones de civiles, escuchas ilegales a opositores, magistrados y periodistas, y nexos entre dirigentes y paramilitares de extrema derecha.
Más moderado que su antecesor, Santos no ha disminuido la presión sobre las guerrillas, aunque entreabrió la posibilidad de una negociación impulsando una iniciativa legislativa conocida como "marco jurídico para la paz" que permitiría, entre otras cosas, la suspensión de penas a los jefes rebeldes.
Ese texto fue duramente rechazado por Uribe que denuncia un deterioro de la seguridad en Colombia, apoyado por sus seguidores que resaltan el aumento de emboscadas en las zonas rurales así como un atentado reciente contra su ex ministro del Interior Fernando Londoño a pleno día en Bogotá.
Los ataques de Uribe ocurren justo cuando la popularidad de Santos se encuentra en su nivel más bajo, de 48%, un peligro que el gobernante no desestima.
"En todas las mediciones sobre noticias negativas del país en el exterior, ¿sabe de dónde provienen? De las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y del ex presidente Uribe", aseveró Santos esta semana.
Aunque la ley impide una segunda reelección a Uribe, la idea de su eventual regreso al poder no parece tan descabellada para el ex mandatario, que sugirió la convocatoria de una Asamblea Constituyente en nombre de la "sagrada lucha contra el terrorismo".
Con Uribe "el presidente Santos puede tener muchas dificultades porque los colombianos tienen una ambigüedad frente a las FARC. De un lado, les gustan los golpes a la guerrilla porque tiene que replegarse, pero a la vez no están opuestos a negociar", opinó Giraldo.
Según una encuesta realizada en abril, el 53% de los colombianos desea la apertura de un diálogo de paz, al cabo de 48 años de conflicto armado.
Globovisión/AFP
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