Luego del anuncio del nuevo tratamiento del presidente Chávez, comienzan las interrogantes de como se moveran las fichas en Miraflores entre Diosdado Cabello y Nicolás Maduro para llevar las riendas del país, pues alguien debe gobernar
SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Se cierra el círculo. Alrededor de Chacumbele cada vez hay menos almas. No hablamos de votos, claro. Muchos aún los tiene, ya lo sabemos. Pero el asunto es en el alto gobierno, donde las fichas disponibles entraron en franca crisis.
Los comprometidos con esta "revolución" son tan pocos, los "leales" con tan contados, que el reciclaje es característica evidente. Quienes hasta ayer eran ministros, ahora son candidatos, por ejemplo.
Pero quizá el caso más emblemático, a raíz del anuncio de ayer de que el Presidente abandona de nuevo el territorio para irse a Cuba a ocuparse de las secuelas de la radioterapia y del cáncer que padece (y que el país aún desconoce detalles, ubicación, magnitud y características). Hasta ayer, Nicolás Maduro era Vicepresidente Ejecutivo y a la par Canciller de la República. Ahora, además de esos dos cargos, pudiéramos pensar que estamos frente al Presidente de la República de hecho.
Sí es cierto que los diputados del PSUV y el gobierno todo hacen malabarismos para explicar siempre que Chacumbele gobierna a distancia, con firma electrónica, con videoconferencias, con Twitter (que no utiliza hace casi un mes), etc. Pero la realidad es que cuando un Mandatario está sometido a tratamientos médicos exigentes, alguien más debe gobernar.
Incluso, en el momento en que Hugo Chávez esté metido en la cámara hiperbárica alguien debe tener las riendas del país y del gobierno. ¿Y si justo en ese momento se ataca la soberanía? ¿Y si justo en ese momento hay que activar un estado de excepción? ¿Y si en ese momento hace falta una decisión solo competencia del Jefe del Estado? ¿Estaríamos frente a un gobierno acéfalo? Creemos que no. Es evidente que mientras el trono de Miraflores esté vacío, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello están llevando la carreta. Son, como ya se venía diciendo, los hombres fuertes de esta revolución.
Confirmado. No en balde uno se ocupa hasta de la amnistía, y el otro de la campaña del partido oficial.
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