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El modelo económico del chavismo –una incoherente amalgama de políticas populistas diseñadas para ejercer control sobre los venezolanos y promover la confrontación ideológica– parece haber llegado a su punto de quiebra ante el pronosticado fin del auge petrolero, la destrucción del aparato productivo y el inmenso peso de sus obligaciones externas.
Analistas consultados dijeron que el Día del Juicio para la economía venezolana se producirá este año, evento que venía siendo postergado por la constante alza en los precios del petróleo, que aún estando en niveles históricamente altos, son insuficientes para alimentar la voracidad de la revolución bolivariana.
Y es que el chavismo, al desmantelar el aparato productivo con sus políticas hostiles al sector privado, lisiar a la industria petrolera con exigencias sociales y mantener a flote las economías de sus aliados a costa de la venezolana, ha creado las condiciones para una tormenta perfecta.
Es un escenario de crisis que los analistas dicen que comenzará este año, pero cuya duración podría ser prolongada ante la larga lista de desequilibrios acumulados a lo largo de los últimos años.
“Los economistas hemos venido advirtiendo sobre esos desbalances enormes desde hace mucho tiempo, pero resulta que el precio del petróleo ha estado subiendo con una tasa superior a la de nuestra inflación y eso hacía que se escondiesen los desbalances. Estaban allí, estaban presentes, pero el ciudadano de a pie no los sentía”, comentó Angel García Banch, director de la firma Econométrica.
“Cuando los precios del petróleo dejan de crecer, los desbalances que continuaban acumulándose desde hacía mucho tiempo comienzan a dejarse sentir. Es ahí cuando vienen los ajustes de cinturón, de producción, del consumo, de las importaciones, estancamiento con inflación, con escasez”, agregó García Banch.
Los ajustes del cinturón ya comenzaron aplicarse con las dos devaluaciones anunciadas por el gobierno del presidente encargado Nicolás Maduro.
Las dos medidas, aplicadas una con una diferencia de seis semanas, buscan expandir en bolívares el valor de los dólares adquiridos por el Estado a través de sus ventas de petróleo, que representan el 96 por ciento de las exportaciones del país.
Pero la medida luce insuficiente para contener lo que economistas perciben como uno de los mayores déficits fiscales del planeta, que el año pasado alcanzó proporciones de la crisis económica de Grecia –al ubicarse en 15 por ciento del PIB, tasa que sólo fue superada ese mismo año por Azerbaiyán, con un 20 por ciento.
Las devaluaciones, sin duda, vienen acompañadas de un enorme costo político.
La sistemática destrucción del aparato productivo emprendida por el chavismo ha vuelto la nación cada vez más dependiente de los productos importados y una devaluación de la moneda significa precios más altos en la tiendas, aún cuando el gobierno mantiene algunos de ellos congelados.
“Con la devaluación, ellos te están metiendo la mano directamente en el bolsillo de los venezolanos”, comentó el analista y columnista David Morán.
“Es un impuesto al consumo que están aplicando, y un impuesto que perjudica incluso a su propia base”, añadió.
Curiosamente, el gobierno tenía otras opciones, comentó Morán. Una de ella podría haber ayudado a reducir considerablemente el déficit sin que ello se tradujera en algún tipo de impacto a la población.
“Con cobrarle ciertas facturas a Cuba podrías obtener $4,000 o $5,000 millones”, dijo Morán.
Pero la manutención del régimen cubano parece ser un punto de honor para el chavismo, incluso cuando se produce a costa del bienestar del venezolano, añadió.
El costo para Venezuela de la ayuda que brinda a Cuba y a otros países aliados a través de Petrocaribe alcanza unos $15,000 millones al año.
Esa ayuda, no obstante, es indispensable para el respaldo internacional con que cuenta la revolución bolivariana y hasta el momento el gobierno no ha dado señales de que pretenda disminuirla, aun cuando la población termina pagando ese costo en términos de la inflación y la escasez de productos de precios controlados.
Hasta el momento, el gobierno venezolano ha estado financiando los déficits imprimiendo bolívares inorgánicamente, pero el crecimiento de la liquidez monetaria alcanzó niveles insostenibles, lo que obligó al gobierno de Maduro a devaluar.
“La liquidez en bolívares ha crecido enormemente. El gobierno continúa imprimiendo dinero con un déficit fiscal enorme, monetizando ese déficit. Y es un dinero que el venezolano no desea tener. El bolívar no es ninguna reserva de valor. Tenemos la inflación más alta de America Latina y se busca más bien la preservación de ese valor”, dijo Ricardo Villasmil, profesor de Economía del Instituto de Estudios Superiores de Administración y de la Universidad Andrés Bello.
Todo este ambiente ha contribuido a un tema de escasez aguda, con una enorme variación en los precios de los productos y en consecuencia la aparición de los mercados negros, donde los venezolanos pueden comprar dólares pero también pueden comprar productos básicos, cuando estos escasean, como el aceite y la harina.
“Con la tragedia de que quienes más terminan pagando las consecuencias de esto son los sectores más vulnerables. Porque los sectores que tienen acceso a los comercios formales con relativa facilidad –como supermercados y abastos– esos son establecimientos que están obligados a respetar el control de precios, y son fiscalizados. Pero los sectores populares no están muy penetrados por este tipo de establecimiento formales, sino que dependen de comerciantes informales de difícil supervisón, y por tanto es en los barrios populares donde se paga más caro por los productos”, agregó.
Hasta el año pasado, la política de aumentar la liquidez le había permitido al gobierno paliar la mala situación económica, pero este año luce diferente, ya que los desequilibrios han llegado hasta niveles insostenibles.
Para este año, los economistas pronostican que Venezuela entrará en un proceso de estanflación, es decir alta inflación con contracción económica.
Y la solución del atolladero económico en la que está inmerso al país requeriría que el país retornara a una sensata conducción económica.
Eventualmente el país tendrá que aplicar un programa de reestructuración, dado que el actual modelo ya se agotó, dijeron los economistas.
“Este modelo requiere que no solo que los precios del petróleo estén altos, sino que suban a una velocidad mayor que nuestra tasa de inflación, para evitar que la economía haga aguas. Pero eso terminó ocurriendo en el 2012”, comentó García Banch.
La crisis parecía venir en el 2008 y 2009, cuando la crisis financiera internacional tumbó los precios del crudo, pero luego la crisis sufrida por Japón con el tsunami y la crisis con la producción de crudos en Libia, tras la primavera árabe, ayudaron a impulsar los precios a niveles cercanos a los cien dólares el barril.
Pero ya ese nivel es claramente insuficiente para contener a la economía venezolana. Las devaluaciones ayudarán a contener temporalmente las presiones fiscales del gobierno, pero estos son solo paliativos que no tratan los problemas de fondo, dijo el economista.
E incluso si los precios del petróleo, contra todo pronóstico, volvieran a subir este año por algún evento imprevisible, es solo cuestión de tiempo antes que el escenario de crisis volviera a surgir.
“Los desbalances siguen allí, y las razones que están detrás de ese déficit siguen allí, de modo a que solo seria cuestión de tiempo”, sostuvo García Banch, al describir que la estabilidad de la economía presenta la sostenibilidad de una burbuja especulativa, al depender de que los precios de un comodity se mantenga permanentemente al alza.
Fuente: El Nuevo Herald
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