La posibilidad en Venezuela de tener un sistema democrático moderno será remota mientras supervivan las condiciones culturales que debilitan el control civil de los militares
HERNÁN CASTILLO/TalCualDigital
El daño que le ha ocasionado a Venezuela la abusiva intervención de los militares en política (el pretorianismo) ha sido demasiado profundo. Desde Páez hasta Chávez Venezuela ha estado dirigida principalmente por militares.
Los militares pretorianos han constituido el principal obstáculo para el desarrollo socioeconómico y la modernización de Venezuela.
Es decir, Venezuela no podrá superar el primitivismo político mientras sigan presentes en sus estructuras las condiciones que permiten el incubamiento y desarrollo del virus pretoriano. Es más, con el socialismo bolivariano del siglo XXI se ha acentuado la primitivización de la política venezolana.
Venezuela en su historia republicana democrática tiene escasamente 40 años, que van de 1958 a 1998, dirigida estable y consecutivamente por partidos políticos y civiles.
De tal manera que la superación del primitivismo político y la entrada de Venezuela a la modernidad dependen de la derrota definitiva del pretorianismo en la FANB.
El virus del pretorianismo, ahora constitucionalmente camuflado con "...la participación activa de los militares en el desarrollo nacional...", constituye, a mi juicio, el principal problema para la modernización del Estado y la sociedad venezolana. Mientras las actividades militares no sean limitadas al estricto cumplimiento de sus funciones técnicas, la supremacía de la vida democrática civil sobre los militares, está mortalmente amenazada.
La posibilidad en Venezuela de tener un sistema democrático moderno será remota mientras supervivan las condiciones culturales que debilitan el control civil de los militares.
"Lo que diferencia a las democracias políticamente maduras de las democracias limitadas es precisamente el control que la sociedad civil ejerce sobre sus militares. Esta es una de las características, probablemente la más importante, entre las democracias modernas y desarrolladas con el resto de las democracias del mundo civilizado" (Castillo, Militares y Sociedad en Venezuela. UCAB, 2003).
Una de las mayores agresiones que ha recibido la sociedad civil venezolana últimamente fueron las salvajes declaraciones del ministro de la Defensa, almirante Diego Molero, en las que invitaba a la FANB a trabajar por la candidatura del vicepresidente Nicolás Maduro, en violación del artículo 328 de la Constitución; razón por la cual, entre otras cosas, hay que eliminar la intromisión militar en el CNE y pasar el Plan República a control civil. Los militares no tienen nada que hacer en el proceso electoral, excepto votar como cualquier otro ciudadano. Las elecciones son un tema civil, no militar.
Finalmente, resultan insondables para mí las razones que, como militar, antes de morir tuvo el presidente Chávez para proponer al sindicalista Nicolás Maduro como su sucesor, en vez del teniente Diosdado Cabello, presidente del Parlamento.
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