Por: VenEconomía
Este 1° de mayo se celebra el Día Internacional del Trabajador.
En Venezuela, no hay nada que amerite celebración, festejo o beneplácito por parte de los Trabajadores, todo lo contrario.
Este martes habrán dos marchas de trabajadores en Caracas:
Una encabezada por Nicolás Maduro y todos los empleadores de la administración pública, la cual fue convocada por la Central Bolivariana Socialista, el sindicato gobiernero inventado por Hugo Chávez para confrontar a la Central de Trabajadores de Venezuela (CTV) y a los sindicatos de base. Esta marcha llevará como consigna el apoyo a las misiones Mercal Obrero y Vivienda Obrera, anunciadas por Maduro así como el aplauso al “mayor” aumento salarial que se ha aprobado en revolución, y cuyo primer porcentaje (20%) se hace vigente este 1° de mayo.
La otra es convocada por la CTV, Codesa, Confederación General de Trabajadores (CGT), el Frente Autónomo de Defensa del Salario y el Sindicato (Fadess) y otros gremios de trabajadores apoyados por el líder democrático Henrique Capriles. Estos trabajadores marcharán con las consignas “contra la persecución y acoso político; por un aumento general de salarios y por la discusión de contratos colectivos”. Además, se realizarán movilizaciones en todos los estados del país.
Esta divergencia de objetivos y motivaciones del movimiento de trabajadores del país es fiel reflejo de la política de exclusión y de división de la población por sus preferencias políticas propiciada por el proceso revolucionario en los últimos 14 años.
Una política segregacionista y persecutoria que ha producido más de una centena de sindicalistas asesinados y unos 200 trabajadores sometidos a juicios por participar en actos por reivindicaciones laborales. Una política que hoy, luego de las elecciones presidenciales del 14 de abril, pareciera que volverá a retomar la vía del apartheid promovida por la Lista Tascón-Maisanta tras las amenazas generalizadas a los empleados públicos que se presuma no estén adheridos al oficialismo.
Llega este 1° de mayo en Venezuela además, con una masa laboral apremiada por una imparable inflación y un desbordado desabastecimiento. Agravado esto con una situación de merma de los empleadores que hace presagiar un incremento del desempleo, hoy camuflajeado gracias a la magia estadística del Instituto Nacional de Estadística, que sólo reconoce el 8% de desempleo.
Esto sin contar con el impacto negativo que ha tenido y seguirá teniendo la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras sobre el sector productivo privado, la cual acarrea nuevos costos, nuevas cargas horarias y nuevas exigencias inviables a las empresas, en especial a las pequeñas y medianas que están condenadas a la desaparición.
En definitiva, para el trabajador venezolano el Gobierno de la revolución castrocomunista sólo le ha traído sangre, sudor y lágrimas.
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