jueves, 2 de mayo de 2013

Asamblea: Circo de la barbarie/Editorial TalCual jueves 02may13

Por; Fernando Rodíguez/TalCual
Lo que ha venido sucediendo en la Asamblea Nacional es espantoso, después de la decisión del Teniente Cabello de negar el derecho de palabra a los diputados que no precedieran su intervención con una especie de letanía que podría ser del siguiente tenor: Creo que Hugo Chávez es el Cristo de los pobres, que Nicolás I es su legítimo sucesor y Diosdado Cabello, refinado caballero, su ahijado preferido.


La humillante solicitud del teniente evidentemente no tiene ningún asidero legal ni racional, seguramente producto de esa aversión a los libros que acaba de confesar su conmilitón de la patria grande Evo Morales y a los toscos modales que muchos adquieren en el cuartel.

Un diputado, aun un ciudadano cualquiera, en democracia, tiene derecho a poner en cuestión la validez de un acto electoral si así se lo dicta su conciencia, sin que por ello tenga que perder alguno de sus derechos.  De lo contrario pasarían impunes todos los fraudes que en el mundo han sido, tantos.  Todavía más cuando cursa, por vías perfectamente legales, un cuestionamiento de dicho proceso, lo que obliga a quienes lo apoyan al menos a suspender su juicio hasta que éste se complete.  Condicionar entonces el derecho a hablar, en un sitio destinado por su naturaleza a hablar, a esa especie de auto de fe inquisitorial y policial es de un despotismo y una vulgaridad inigualables.  Ante semejante despojo la fracción opositora no podía sino mostrar su inconformidad y reivindicar sus inalienables derechos y eso hizo, valiente y dignamente.

Pero eso sucedió el martes, y que ya venía sucediendo en menor escala, supera lo acontecido en ese Parlamento posiblemente desde el fatídico 24 de enero de 1848, “el asalto al Congreso”, y mira que han sucedido cosas, trompadas e insultos a granel incluidos, en ese hemiciclo por donde han pasado las mentes más preclaras y los peores malandrines políticos del país.  La presencia de una humilde pancarta, que llamaba golpe al Congreso el ominoso silencio impuesto por el teniente, y que era la única manera de expresarse de los enmudecidos diputados, fue la excusa para que se arremetiera en masa, rodilla en tierra, contra los opositores y se dañara físicamente a por lo menos siete de ellos; según María Corina Machado bajo la cobarda, por oculta, orquestación de Pedro Carreño, jefe de fracción y otro distinguido producto de la casa de los sueños azules, y la indiferencia y hasta las risitas del Teniente-Presidente.  Hubo contusos de consideración en la dantesca batalla, donde participaron también esbirros y empleados de la gloriosa ágora del pueblo.  Una verdadera vergüenza que hay que mostrar a todos los venezolanos y en el extranjero, en especial en los Parlamentos.  La fracción opositora juró no rendirse.  Maduro cantinfleando como siempre, acusó a la oposición de provocadora pero dijo, ¡atención!, que le ordenó a Cabello que eso no se repitiera, lo cual aceptó.

A pesar de las flagrantes y abundantes imágenes recogidas y la elemental lógica de los hechos el gobierno mentiroso, muy mentiroso, da su versión de paz y tolerancia.  Nadie se la creerá, por supuesto.  Pero sí quedan algunas preguntas que se han formulado ya: ¿Se trata de un acto producto de la bestialidad innata y el terror ante una impugnación de posibles efectos demoledores? ¿O se trata de una hipérbole de violencia de Cabello para hacer tambalear aún más el gobierno de Maduro, que por cierto estaba en ese momentos en el Cirque du Soleil deslumbrado viendo, como mucho amor, tanta belleza?  Seguir el asunto.

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