SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Eduardo Samán parece haber encontrado el remedio para la inflación. Según dijo ayer en Venevisión, el precio de la carne de res se desbordó por la corrupción que había en el Indepabis, ente que nuevamente dirige. El razonamiento es entonces sencillo.
Castigada la corrupción los precios bajan. La verdad que no entendemos cómo los economistas no habían llegado a una conclusión tan genial como la que asoma Samán. Tantas escuelas de economía en el mundo con teorías rebuscadas para explicar por qué los precios suben.
Inventando cualquier argumento para que los explotadores siguieran metiéndole la mano en el bolsillo a la clase trabajadora. ¿Qué se puede esperar de un economista gringo o europeo sino cualquier teoría para justificar que los precios no hicieran sino subir? Lo peor es que hay economistas en el país que coinciden con los extranjeros en esas explicaciones.
Que si la falta de producción, que si el exceso de billetes en la calle, que si la expropiación de empresas, que si la escasez. Pura bagatela. Samán acaba de dar en el clavo.
Definitivamente ese reposo que le impuso el comandante cuando lo sacó del Gobierno ha sido beneficioso para él. Lo trajo más fresco, más creativo. Desde aquí deseamos que esta teoría sea comprobada en la práctica.
Que el método marxista que es guía de Samán quede corroborado. Que los bistecs, luego de ponerle los ganchos a los especuladores, se puedan comprar al precio regulado. Sería un negocio redondo para el pueblo y la revolución.
Precios bajos y corruptos presos. De comprobarse la teoría de Samán las fórmulas farmacéuticas demostrarán ser más efectivas que las de los economistas. De ahí al premio Nobel de economía solo hay un paso.
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