ANTONIO MARIA DELGADO/ADELGADO@ELNUEVOHERALD.COM
El gobierno de Nicolás Maduro enfrenta una dura prueba esta semana con la elaboración de las listas de ascensos militares, un difícil acto de malabarismo entre los deseos de La Habana y los del sector nacionalista que, de ser mal ejecutado, podría atentar contra la sostenibilidad del régimen, dijeron analistas.
Es una tarea que tradicionalmente ha generado dolores de cabeza a todos los presidentes venezolanos, incluyendo al fallecido Hugo Chávez, quien pese a ser militar y a tener influencia personal dentro de las filas castrenses terminó en sus últimos años ascendiendo a un número ridículamente alto de generales para reducir al mínimo el descontento.
La tarea ahora luce más complicada, luego de que el fallecimiento del mandatario acentuara las tensiones entre el ala nacionalista del chavismo -integradas por militares que acompañaron a Chávez en la intentona golpista del 4 de febrero de 1992- y el sector procubano -encabezado por Maduro- en un choque de intereses que ahora tiene su epicentro en la identidad del próximo ministro de Defensa.
Funcionarios del gobierno venezolano no estuvieron disponibles para conversar con El Nuevo Herald.
“El gran conflicto que se está dando en este momento es cómo conciliar un candidato a ministro que satisfaga la línea de intereses cubanos con la línea del proyecto que representan los militares del 4 de febrero”, dijo Rocío San Miguel, presidenta de Control Ciudadano para la Seguridad, la Defensa y la Fuerza Armada, una ONG que sigue de cerca al sector castrense.
“Esto no es fácil. El 4 de febrero era un proyecto nacionalista y ellos deben encontrar a un candidato que a mi modo de ver pueda resolver esa encrucijada, esa confrontación que de alguna manera significa el grupo del 4 de Febrero con el poder específico que a través de Maduro está ejerciendo Cuba sobre Venezuela”, comentó.
No es fácil por la sospecha de que la lista de ascensos -al menos en lo que la distribución de puestos claves se refiere- está siendo confeccionada al menos parcialmente desde La Habana.
Cuba ha ejercido una influencia cada vez mayor sobre los organismos de seguridad venezolanos a lo largo de los últimos años, pero las maniobras que se están produciendo actualmente dentro del chavismo, con las distintas facciones posesionándose dentro del nuevo reordenamiento, acentúa la desconfianza entre las partes.
Y lo que es peor, gran parte de la oficialidad venezolana no ve con agrado la presencia cubana, incluso entre quienes respaldaban plenamente el proyecto político de Chávez.
“La mayoría de los militares toman la presencia de los cubanos como una injerencia extranjera en el país. Es una presencia indeseada, ofensiva”, dijo el teniente José Antonio Colina, presidente de la ONG Venezolanos Perseguidos en el Exilio (Veppex).
“Los oficiales cubanos que están en los cuarteles, no están allí para adiestrar, ni para intercambiar conocimiento. Están allí para espiar, para obtener información de cuáles son las actividades de los oficiales que se han mantenido institucionales y en su defecto, para mantener un control sobre la Fuerza Armada”, agregó.
El control de la Fuerza Armada fue una de las grandes preocupaciones de Chávez, quien trató siempre de tenerlas a su lado, brindando a los oficiales grandes posibilidades de ocupar altos cargos en su gobierno y de hacer negocios.
También trató de hacerlo ascendiendo a general a todo oficial con aspiraciones a alcanzar el rango, llegando a tener las Fuerzas Armadas de Venezuela el mismo número de ellos que tienen ejércitos diez veces su tamaño.
“En los últimos años, el gobierno ha optado por ascender prácticamente a todo el mundo que espera ascenso, aunque no haya cargos dentro de las Fuerzas Armadas para ellos”, comentó el general Carlos Julio Peñaloza, ex Jefe del Comando Unificado de las Fuerzas Armadas de Venezuela.
“Se ha formado una situación muy extraña en la que en vez de tener generales de brigadas, Venezuela pasó a tener brigadas de generales. Se le asciende incluso a aquellos que por algún motivo pierden la confianza del gobierno. Se les asciende a general pero los mandan a su casa. Les siguen pagando sin que tengan que ir a trabajar”, explicó.
Colina dijo que actualmente Venezuela cuenta con más de 200 generales de división entre las distintas ramas de las Fuerzas Armadas, número que contrasta con los cerca de 12 generales de división que tenía el país cuando Chávez llegó al poder.
Los expertos dijeron que Maduro probablemente seguirá el mismo ejemplo de Chávez, en su intento por seguir contando con el respaldo del sector militar a través de prebendas, pero al mismo tiempo tratará de ejercer su autoridad con la colocación de gente cercana a La Habana en los claves puestos de mando, aunque estos también deben ser potables para el bando nacionalista.
Entre estos cargos claves está el del ministro de Defensa, quien San Miguel dijo que probablemente será escogido de una muy pequeña lista de oficiales que han pasado algún tiempo en La Habana, pero que simultáneamente sea respetado por el resto del generalato.
Esto no estaba sucediendo con el actual ministro de Defensa, Diego Molero, quien era querido por Cuba pero no lo era tanto por sus compañeros de armas.
“Molero viajó a Cuba y obtuvo el beneplácito de los cubanos en el ejercicio de sus funciones, pero fue una bisagra sobre la cual todavía hay muchas conjeturas porque si alguno de los bandos quedaban representados con él, ese era la presencia cubana”, explicó San Miguel.
“Es un hombre maleable. Es un hombre sin carácter, un hombre que luce débil y que se prestó para poder realizar la maniobra que a mi modo de ver tuvieron que realizar los cubanos, que era sacar a un presidente en diciembre y montar unas elecciones como se montaron”, expresó.
NDO/El Nuevo Herald
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