La Copa Confederaciones de fútbol terminó con un título para Brasil, en una incontestable victoria por 3-0 sobre España, los actuales campeones mundiales y europeos, que lo redime frente a una afición brasileña que no estaba conforme con los pobres resultados antes del torneo.
El histórico estadio Maracaná, de Río de Janeiro, fue testigo del triunfo de la "canarinha" sobre la "Furia", comandada por el técnico Vicente Del Bosque y toda una constelación de estrellas encabezadas por el portero Iker Casillas y el centrocampista Andrés Iniesta.
Los jugadores de la selección brasileña levantan el trofeo tras derrotar por 3-0 a España en la final de la Copa Confederaciones entre Brasil y España.
La pasión futbolera de los brasileños terminó imponiéndose al clima pesado y hostil que se vive en el país con una ola de protestas que comenzaron el 10 de junio contra el alza del transporte en Sao Paulo y se extendió a otras ciudades por diversas reivindicaciones sociales.
Muchas de las protestas, algunas de las cuales terminaron en actos de vandalismo, violencia y represión policial, se aproximaron a los estadios, casi siempre llenos, y pusieron en alerta a las autoridades y a la FIFA en términos de seguridad.
La final no fue ajena y en las cercanías del Maracaná la Policía se enfrentó con un grupo de manifestantes, pero el fútbol pudo jugarse sin problemas y en medio del espíritu multicolor y lleno de alegría que caracteriza al pueblo brasileño.
Brasil ganó los trofeos de Mejor portero, con Julio César, y Mejor jugador del torneo, con su estrella Neymar, también "Bota de bronce" como tercer artillero con cuatro anotaciones, detrás de su compañero Fred, que se llevó la de plata, y del español Fernando Torres, dueño de la de oro, ambos con cinco goles.
La "canarinha", en su preparación como anfitrión para el Mundial de 2014, consiguió en la Copa Confederaciones consolidar un equipo titular, ratificar el buen momento de jugadores como Julio César, el centrocampista Paulinho y el goleador Fred, entre otros, además de reservas de lujo, como Jo y Hernanes.
Los anfitriones ganaron todos sus partidos, marcaron catorce goles y encajaron tres. España, que no pudo alzarse con el trofeo que le faltaba en su palmarés y desencantó en el partido final, demostró su buen fútbol a lo largo del torneo, en el que convirtió 15 anotaciones y recibió cuatro.
El equipo de Del Bosque pasó fácil en la primera serie, incluso con un humillante 10-0 sobre Tahití, pero en la semifinal tuvo dificultades ante Italia, con la que empató a cero goles en el tiempo reglamentario y en la prórroga, y definió su paso a la final en la lotería de los lanzamientos desde el punto penalti.
De menos a más, Italia y Uruguay recuperaron la confianza y terminaron el torneo como protagonistas, perdiendo sendas semifinales de manera ajustada y poniendo en aprietos a los finalistas.
Italia, que terminó tercero, superó los problemas físicos y de cansancio y a pesar de perder para los últimos partidos al delantero estrella Mario Balotelli, el técnico Césare Prandelli demostró que tiene varias cartas debajo de la manga y ahora el equipo ganó más ánimo y gas para la recta final de la eliminatoria mundialista.
Uruguay, con una historia parecida, inyectó también moral a su equipo de cara a la eliminatoria suramericana, en la que ocupa la incómoda quinta posición.
El seleccionado "celeste" demostró en muchos pasajes del torneo la peligrosidad para el rival de su trío goleador, con Edinson Cavani, Luis Suárez y Diego Forlán.
Entre las selecciones eliminadas el mejor balance fue para Japón, del técnico italiano Alberto Zaccheroni y clasificado para el Mundial de 2014, que tuvo momentos fugaces de buen fútbol y puso en aprieto a sus oponentes, particularmente en el emocionante 3-4 ante Italia.
México, de irregular campaña en la eliminatoria, no cumplió un buen papel en canchas brasileñas y se despidió en la primera fase, con bastante problemas para el técnico José Manuel De la Torre y sin que sobresalieran figuras como Javier "Chicharito" Hernández, a pesar de sus tres goles en el torneo.
Nigeria, flamante campeón africano y protagonista en otras citas del fútbol mundial, decepcionó y se fue a casa sin brillar, mientras que Tahití, a pesar de encajar 24 goles y marcar solamente uno, se robó el cariño de la afición brasileña y de los rivales, que valoraron el esfuerzo y espíritu deportivo del equipo.
TalCualDigital
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