Por: VenEconomía
El oficialismo está supuestamente de celebraciones por el primer aniversario de los últimos comicios presidenciales en los que participó (¿y ganó?) el “invicto” comandante supremo de la “revolución” del siglo XXI, Hugo Chávez Frías.
Con esa excusa convocaron a una marcha que salió este lunes 7 de octubre desde tres puntos de Caracas para culminar su trayectoria en el Palacio de Miraflores. Desde allí, en el “balcón del pueblo” el sucesor, cuestionado por propios y extraños, Nicolás Maduro se dirigirá al país para hacer una apología sobre el difunto comandante.
Dejando a un lado lo inoportuno de esta convocatoria en un día laboral en una ciudad ya castigada por el tráfico y por las vías colapsadas, las preguntas que se deben estar haciendo unos siete millones de venezolanos que, según el Consejo Nacional Electoral, ese día votaron por Henrique Capriles son:
¿Qué tienen los oficialistas qué celebrar? ¿Un líder difunto que estará durmiendo el intranquilo sueño de los injustos? ¿Un líder que les mintió, sembrándoles esperanzas de un futuro prometedor dentro de una revolución que sabía con certeza estaba haciendo aguas? ¿Un líder que a sabiendas de que sus días en la vida terrenal estaban contados no permitió que surgiera otro liderazgo legítimo dentro de sus filas, y que ni siquiera pudo juramentarse en el cargo para el que supuestamente recibió más de ocho millones de votos? ¿Un líder que les impuso un sucesor que no tiene legitimidad de origen, ni carisma ni capacidad de mando? ¡Vergüenza ajena es lo que da!
Mucho menos tiene qué celebrar el resto del país. Esos venezolanos que no consiguen alimentarse ni pasando días en colas tras un producto escaso, a esos que no les alcanzará el nuevo aumento del 10% del salario mínimo para cubrir su canasta alimentaria, los que no tienen un techo digno o los que están enterrando hoy a un familiar o a un amigo caído en manos de la delincuencia. Tampoco tienen nada que celebrar los venezolanos a quienes les arrebataron sus propiedades, ni los obreros que ya no tienen dónde trabajar. Lo único cierto es que, como demostraron los hechos, Chávez no debió lanzarse a la Presidencia por cuarta vez debido la etapa terminal en la que se encontraba su salud.
La realidad de lo ocurrido en esta fecha en 2012 es que el aparato electoral, confiscado y manipulado por el castrocomunismo, logró imponer por cuarta vez consecutiva desde el 2000 a Hugo Chávez en la Presidencia de la Republica, luego de reinventar la Constitución a la medida de los objetivos planteados desde Cuba, de tergiversar leyes a conveniencia de los intereses revolucionarios y de inventar cualquier tipo de tramposería y aceptando ingentes ventajismos del partido de gobierno y su candidato.
Qué celebrar de un Registro Electoral viciado e inauditable. O de un CNE que no permite unas limpias auditorías o no entrega las actas de votación para su verificación a posteriori.
La verdad es que el país desde la reforma de la Constitución y la reformulación de las leyes electorales no tiene nada qué celebrar en cuestiones comiciales.
En Venezuela, ya es un hecho corroborado por observadores de organismos electorales internacionales (a los que no se les permite observar los procesos), las condiciones de votación son precarias. Hay alevosía del oficialismo para inclinar la balanza a su favor. El aparato publicitario y la red de medios públicos de comunicación en tiempos de elecciones (y fuera de ellos) hacen impunemente de las suyas. Todo el aparato de gobierno, ministerios, PDVSA, poderes públicos, gobernaciones y alcaldías cometen peculado de uso para promover su oferta de candidatos.
En fin no hay nada qué celebrar en un país donde el juego electoral, tiene normas viciadas y la balanza de quien administra la ley está alevosamente inclinada al lado del poder. ¡Coraje es lo que da!
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