El nepotismo de la familia Maduro-Flores colocó en cargos de importancia a un chico de 23 años. Un descendiente del jefe de Estado, sin experiencia ni formación, ha tenido la responsabilidad de supervisar la gestión pública. Su bajo promedio le impidió entrar a la Universidad de las Artes, sin embargo ahora creará la Escuela de Cine Nacional
Al hijo del presidente Nicolás Maduro, sin experiencia ni título universitario, le encargaron la supervisión de la gestión pública. Con apenas 23 años, Nicolás Ernesto Maduro Guerra se puso a la cabeza de un equipo de inspección de las acciones del Gobierno nacional.
Su labor: hacer visitas a lo largo del territorio venezolano para revisar las políticas públicas y elaborar informes sobre el estatus de las obras y servicios, funciones que se equiparan a las competencias de la Contraloría General de la República y del Ministerio del Despacho de la Presidencia y Seguimiento de la Gestión de Gobierno. Maduro Guerra explicó en una entrevista con el portal digital Noticias24 que trabaja directamente con la Presidencia de la República.
“Desde que ganó el presidente Maduro el 14 de abril (2013), nosotros empezamos con un plan a ver cómo hacíamos para verificar las acciones de gobierno y qué estaba mal para corregirlo”, contó.
Hasta mayo de 2014 aún se le atribuía la jefatura del equipo en las notas de los medios oficiales, pero desde junio su nombre figura para otro cargo, nuevamente fuera de su experticia: será el coordinador del proyecto de la Escuela Nacional de Cine, que prevé abrir sus puertas para septiembre de 2015.
Maduro Guerra fue presentado ante el país en el marco de la campaña presidencial de Nicolás Maduro en marzo de 2013, durante la inauguración de una cancha en el estado Miranda. Su madre es Adriana Guerra Angulo, empleada de la Asamblea Nacional, que estuvo casada con el actual mandatario desde 1988 hasta julio de 2009, según un acta de separación del Tribunal Supremo de Justicia. Maduro Guerra no tardó en darles nietos, pues a su corta edad ya tiene dos hijas, Paula Nicole y Sofía.
Pertenece a la promoción de 2007 del liceo Urbaneja Achelpohl, de Caracas. Ingresó a la carrera de Economía en la Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada Bolivariana (Unefa), tras ser rechazada su solicitud de inscripción –con un promedio de notas de 12,46 puntos- en la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Uneartes), específicamente para el Instituto Universitario de Estudios Musicales (IUDEM). Antes, cursó estudios de música en el centro educativo de Fe y Alegría de La Rinconada, Caracas, y participó por seis años, entre 1998 y 2004, en el Sistema de Orquestas de Venezuela como flautista.
Aunque no cuenta con una trayectoria política reconocida, en algunas reseñas digitales se le atribuye el rol de director de la Red de Apoyo a la Revolución, identificada en las redes sociales como un “grupo de jóvenes revolucionarios que promueven y defienden el ideal bolivariano y chavista del socialismo del siglo XXI”.
Desde la llegada de su padre al poder, es cada vez más visible en actos de supervisión y entrega de obras, así como también en actividades partidistas a favor del gobierno. En abril de 2014, por ejemplo, participó en una asamblea con las Unidades de Batallas Bolívar Chávez (UBCH) de la parroquia El Valle junto al alcalde del municipio Libertador de Caracas, Jorge Rodríguez.
La página web del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) señala que trabajó en una empresa identificada como “Defensa Pública” hasta 2013. El portal oficial también muestra que cotizó un salario anual de 95.373 bolívares en 2012, monto que supera el salario anual cotizado por su padre ese mismo año –de 31.392 bolívares- cuando se desempeñaba como vicepresidente de la República.
Sin embargo, meses antes –para febrero de 2013- el IVSS mostraba una información distinta a la que presenta actualmente: reportaba que Maduro Guerra había cotizado un salario anual en 2012 de 102.519 bolívares.
LOS OJOS DEL PRESIDENTE
El equipo bajo su dirección es el Cuerpo de Inspectores Especiales de la Presidencia, está conformado por un grupo multidisciplinario –con sociólogos, comunicadores sociales, administradores, contadores, entre otros- de diez personas que recorren los estados del país, sin previo aviso, para vigilar la gestión de Gobierno. Esta labor se enmarca en la Gran Misión Eficiencia o Nada, creada por el presidente Maduro en abril de 2013 para combatir la corrupción y la burocracia.
Para ese momento, el mandatario anunció que se crearían micro-comisiones para la atención de temas puntuales, como los distintos hospitales y empresas básicas. Asimismo, afirmó que conformaría un cuerpo secreto dedicado a investigar denuncias de la gente y buscar pruebas de corrupción.
La experiencia de Maduro Guerra en materia de fiscalización consiste en un taller que recibieron meses antes los nuevos contralores de la gestión pública. “Hicimos el curso de inspectoría y empezamos a recorrer el país para inspeccionar todos los ámbitos posibles”, explicó. Su primera visita fue al estado Amazonas y para septiembre de 2013 ya se habían recorrido cinco estados.
En mayo de 2014 se llevó a cabo una reunión en las instalaciones de la Academia Militar para ofrecer un primer balance elaborado por el equipo sobre “la contraloría social en empresas del Estado, la conformación de comunas y los avances en la lucha contra la guerra económica”.
Entre las actividades que han desarrollado figura la revisión de la producción de Lácteos Los Andes; Maduro Guerra se reunió con trabajadores de la planta de Cabudare, estado Lara, y prometió la revisión de los informes financieros y la interpelación a los gerentes, afirmaron empleados a la prensa.
Además de formular recomendaciones vinculadas a mejorar una situación problemática, los inspectores también aconsejan ofrecer felicitaciones a funcionarios públicos, como por ejemplo, a la ministra de Asuntos Penitenciarios, Iris Varela, por la construcción de una nueva cárcel en el país.
El nuevo vigilante de la gestión gubernamental también está bajo lupa: como una vez lo fueron –y aún en cierta medida lo son- las hijas de Chávez, Maduro Guerra es objeto de investigación para medios nacionales e internacionales. Un reportaje del portal de noticias Organización Periodística Independiente (OPI) de Santa Cruz, de Argentina, expuso que el joven hizo una visita turística privilegiada a la ciudad argentina de El Catalafe en febrero de 2014: “(…) arribó en vuelo de línea, con custodia personal y además, con una escolta de presidencia que le otorgó la mandataria, Cristina Fernández”, reseñó la agencia de noticias.
DENUNCIAS DE NEPOTISMO
“Nuestra aspiración como familia nunca fue llegar aquí, hablo por mí y por mi papá. Cuando el presidente Chávez nombró a mi papá Vicepresidente de la República, ese fue como el máximo tope que desde el gobierno apoyaríamos al Presidente (…) Nos tocó este compromiso”, declaró Maduro Guerra al referirse a la razón por la que él y su padre asumieron roles claves en la dirección nacional.
A él –aseguró- le correspondió ese cargo de la alta gerencia gubernamental por ser hijo del presidente. Una nota editorial del diario El Nacional compara su designación con costumbres de gobiernos antidemocráticos: “Maduro reincide en esa enojosa práctica, convirtiendo a su primogénito en delfín, como hicieron en su momento Anastasio ‘Tacho’ Somoza, François, ‘Papa Doc’ Duvalier y el semidiós coreano Kim Il-sun con sus hijos, creyendo tal vez que así como él se sacó la lotería cuando el occiso lo premió con la sucesión, también su muchacho podría eventualmente ir para el baile”.
La participación de Maduro Guerra en la gestión pública forma parte de un contexto latinoamericano en el que los hijos de los presidentes ostentan posiciones claves –unos más mediáticos que otros- en la administración nacional, tal como los descendientes de los actuales mandatarios de Cuba, Brasil, Argentina y Chile. Así lo expone el reportaje “Quiénes son y qué hacen los hijos de los presidentes de Latinoamérica”, publicado en el portal digital El País, de Uruguay.
En Venezuela, Maduro Guerra no es el único señalado por un presunto nepotismo desde la cabeza del Estado. Le anteceden denuncias que involucran a familiares de la primera dama, Cilia Flores: Carlos Malpica Flores, su sobrino, nombrado tesorero de la Nación en septiembre de 2013, y Walter Gavidia Flores, su hijo, juez titular en el Poder Judicial, son algunos de los casos que se destacan en los reclamos de la oposición venezolana sobre la entrada de familiares de la ex parlamentaria a la administración pública.
"Se estima que la hoy pareja presidencial otorgó en el Parlamento 42 cargos entre familiares consanguíneos y afines. Estos datos dejan claro la comisión del delito de tráfico de influencias de esta pareja", declaró el diputado opositor Abelardo Díaz al diario La Nación de Argentina.
La designación de Maduro Guerra al frente de la Escuela Nacional de Cine traslada la indignación al sector artístico: algunos directores y productores manifestaron sus críticas a través de las redes sociales, aunque la mayoría de los gremios del campo cinematográfico se mantienen en silencio sobre el tema.
Sin embargo, Gabriela Lepage, presidenta de la Asociación Venezolana de Productores Cinematográficos y Audiovisuales (Avepca), declaró: “Me gustaría ver las credenciales del hijo del Presidente”. Por lo pronto, aún se desconocen.
Cort. TalCualDigital
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