Venezuela está mal económicamente, viene por mal camino y sigue hacia el despeñadero, gracias al Socialismo calcado de Cuba.
No solo es porque que lo repiten una y otra vez los analistas, economistas, gremios y sindicalistas, ni tampoco porque lo siente cada venezolano en su diario acontecer, sino porque ya ni los propios culpables de las políticas que han traído estos lodos de destrucción a Venezuela lo pueden negar.
Y no es solo que lo dijo Jorge Giordani, con un gran reconcomio hacia Maduro, en su carta de despido. Sino que ahora lo reconoció Rafael Ramírez, el superhombre que manejó los ingentes ingresos petroleros y que gerenció cuanto plan social inventado en la mente febril de Chávez, ante José Vicente Rangel y su audiencia dominical. Afirmó Ramírez: “la economía ahorita es un tema que nos ocupa y preocupa a la población”. ¡Inventó el agua tibia. Ramírez en una especie de mea culpa no dudó en recalcar que efectivamente “existen problemas vinculados al desabastecimiento, a la inflación”, ello a pesar de que hace poco, durante el encuentro televisado con los representantes de la Mesa de la Unidad, se vanagloriaba ante el país del éxito indiscutible del Socialismo del Siglo XXI. Aunque obviamente, no faltó el intento de evadir responsabilidades, pues para Ramírez esos desequilibrios no comprometen a todo el Gobierno.
Pero, reconociéndolo o no, lo cierto es que a Maduro y a su clan no les queda otra que aplicar drásticas e impopulares medidas de ajustes económico si realmente quisieran enfrentar el desastre que ex profeso ellos solos han generado en estos tres lustros.
Además también deberían prestar oídos a las sugerencias y propuestas de los diferentes gremios empresariales, como por ejemplo las que hicieran diferentes expositores en el Congreso Anual de Conindustria, entre las que se cuentan, entre otras:
“Cambio en el modelo económico que se le quiere imponer al país”.
Una política gubernamental permanente en pro de la actividad industrial, que no dependa del gobierno que esté en el poder.
- “Un cambio de la institucionalidad que cree una nueva manera de relacionar al Gobierno con el sector privado, reconociendo su importancia”.
- Reformulación de la normativa de control de precios y costos, “no es posible que desde un escritorio se decida cuál es la ganancia que se va a establecer a cada quien. La ganancia debe ser cónsona con su riesgo, su inversión y lo que aporta al país”.
- “La promoción de la competencia. Sin competencia no hay desarrollo industrial”.
- Establecer “instrumentos financieros” que permitan la expansión de las industrias.
- Una política de industrialización a través de la “sustitución de importaciones”.
- Instauración de “una unificación cambiaria libre y competitiva, que todos los venezolanos tengan acceso a una tasa de cambio que puedan encontrar y que sea el mercado el que fije el valor de la moneda”. Mientras que paralelamente se apliquen “subsidios directos a las clases más necesitadas” por el posible impacto que tendrá una medida como la unificación cambiaria.
- Un claro conjunto de libertades y el reconocimiento e inclusión del otro.
En definitiva, el mandato de la crisis es la rectificación de la ruta fijada en el Plan de la Patria… ¿Seguirán sin prestar oídos a las señales de la crisis?
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