Verifique usted, lector, cuántos kilovatios gasta su hogar y comprobará que dos habitaciones, sala, comedor, cocina, dos televisores, nevera, lavadora, cocina de gas y no eléctrica y un microondas, consumen no menos de 800 a 1.000 kilovatios al mes
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
Más de una vez se ha podido comprobar que la chacucracia no sabe echar números. Por ejemplo, hace poco en la jaula de las focas a alguien se le ocurrió establecer en 3% anual la contribución de los bancos a Fogade. A los pocos días el gobierno, silenciosamente, dio marcha atrás y dejó la cifra en 1,5%.
Algún tipo que medio sabe las cuatro reglas se dio cuenta que ese 3% sencillamente liquidaba a la banca y corrigieron. Tal vez el genio que estableció el 3% pensó que era un número muy chiquito y con esa base "científica" tomó la decisión.
Ahora, con lo del techo para los kilovatios residenciales les pasa lo mismo. Algún sabio, de los mismos que diseñaron el racionamiento para Caracas, pensó que 500 kilovatios de consumo al mes era una enormidad y fijó esa cifra como el número a partir del cual el "exceso" implicará una "multa" por el doble de la factura.
Si no corrigen eso, se comprarán un problema porque un apartamento modesto consume mensualmente dos veces esa cantidad. Verifique usted, lector, cuántos kilovatios gasta su hogar y comprobará que dos habitaciones, sala, comedor, cocina, dos televisores, nevera, lavadora, cocina de gas y no eléctrica y un microondas, consumen no menos de 800 a 1.000 kilovatios al mes.
Bajar esa cantidad es prácticamente imposible, a menos que se decida cambiar los bombillos por velas, meter a los muchachos en el dormitorio de los padres para ver la TV, apagar la nevera una hora al día, lavar ropa cada quince días y meterse pura bala fría como alimento.
Este minicronista, después de dejar bien claro que la culpa de este despelote eléctrico es de Chacumbele y de nadie más, entiende, sin embargo, que alguna forma de ahorro debe hacerse, so pena de que el problema se haga aún peor de lo que ya es.
Pero, el ahorro tiene que ser racional y no absurdo; tiene que poderse cumplir. De lo contrario, esa "multa" no será sino un impuesto relancino, que se descargará duramente sobre la clase media en particular.
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