Con apenas 3 años de edad, la china Ya Wen fuma una cajetilla de cigarro y bebe tres vasos de cerveza al día, un comportamiento que adquirió tras ser arrollada por un auto y pasar cinco días en coma
Hace un año Ya Wen tuvo un accidente de tráfico que casi acaba con su vida al ser arrollada por un camión a gran velocidad. Tras los cinco días que estuvo en coma y superar las graves lesiones que sufrió, sus padres dicen que Ya Wen cambió su actitud y desde entonces sufre una adicción total a fumar cigarrillos y a beber cervezas.
Tal es el problema que se fuma, como mínimo, una cajetilla al día y se bebe tres vasos de cerveza. Su madre cuenta que lo descubrieron cuando vieron a Ya Wen escondida en el baño fumando los cirgarrillos de su padre.
"Ha estado fumando hasta una cajetilla al día desde el accidente del año pasado", cuentan sus familiares. Sus padres aseguran que su personalidad también ha cambiado desde que abandonó el hospital, donde permaneció cinco días en coma y fue tratada de varias lesiones graves. Y por si fuera poco, Ya Wen también se ha hecho adicta a la cerveza.
"Ha comenzado a actuar como un adulto. Le gusta la bebida. Tomarse tres vasos de cerveza no es un problema para ella", afirma su madre, la señora Gao. La mujer descubrió la adicción de su hija tras descubrirla escondida en el baño fumándose los cigarros de su padre.
Los problemas de Wen no sólo están afectando a su familia, sino que han traspasado las barreras del hogar. Al no tener acceso al tabaco en la casa, la niña se ha dedicado a robarlos en una tienda cercana. "Al principio venía y nos cogía uno o dos paquetes, y pesábamos que eran para su padre. Ahora se acerca, coge las cajetillas y sale corriendo", narra el dueño del establecimiento al 'Daily Mail'.
La señora Gao, que vive de recoger basura para venderla posteriormente en la ciudad china de Huizhou, considera que su hija ha cambiado sus gustos en cuanto a vestimenta. "Ahora sólo se pone ropa de chico. Y si no se la compro, grita en señal de protesta".
Para intentar frenar la adicción de la niña, el padre ha dejado de fumar y la familia se ha mudado al otro lado de la ciudad. Pero la pequeña sigue llorando cada vez que ve a alguien fumando por la calle y no le deja dar una calada.
Cort. TalCualDigital
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