La lucha por los derechos humanos no se jubila. Cuando el poder es ejercido con insolencia, los ciudadanos están obligados a salir de sus casas y hacer valer sus reclamos, para que el autócrata que los gobierna entienda que no se asustan. La lucha por los derechos, ya lo dijimos, no tiene edad de comienzo ni fecha de caducidad. Desde el niño que va al preescolar a la abuela que lo saluda, todos están unidos por el deseo de vivir en libertad.
Foto: Saúl Uzcátegui/TalCualDigital
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