Por: VenEconomía
¡Es imposible no unirse a la preocupación nacional e internacional por la terrible tragedia que está viviendo el pueblo japonés!
Un pueblo valiente que fue golpeado terriblemente por la naturaleza el pasado viernes 11 de marzo, con un violento terremoto de 9,0 grados en la escala Richter y un tsunami aún más mortal que dejó miles de personas fallecidas. A esto se le suma un grave accidente nuclear aún en proceso sin que se pueda saber con exactitud la extensión de sus secuelas para la población nipona.
Caben dos acotaciones preliminares para destacar: 1) La admiración por un pueblo que supo responder calmadamente y con entereza a la emergencia. 2) El reconocimiento a unos gobernantes que no sólo han sabido asumir su responsabilidad en desarrollar políticas de prevención y educación, dado el alto grado de sismicidad de Japón, sino que también con calma y claridad han sabido informar a la población la gravedad de la situación y las medidas que se han estado tomando.
También es oportuno mencionar que esta tragedia de Japón ha dejado a la comunidad internacional nueva información de cómo profundizar en materia de seguridad en el manejo de plantas nucleares, y de exigir que los gobiernos tomen mayores previsiones en sus desarrollos de programas de energía nuclear.
Para Venezuela, los acontecimientos de Japón aportan lecciones más particulares.
1) Urge que los gobiernos nacional, regional y municipales, desarrollen coordinadamente políticas de prevención y seguridad civil para respuesta eficiente del Estado y de la población en caso de una eventual emergencia natural. La realidad es que Venezuela está ubicada entre dos placas tectónicas: la del Caribe y la Sudamericana, y tres sistemas de fallas sísmicas, que pueden producir futuros movimientos telúricos de similar o mayor magnitud al terremoto de Caracas en 1967. La respuesta del Gobierno Nacional ha sido altamente deficiente, improvisada y descoordinada en los dos últimos eventos naturales ocurridos en el país (la vaguada de Vargas en diciembre de 1999, y las lluvias torrenciales de diciembre de 2010). Las consecuencias negativas para la población de ambas tragedias están aún presentes. Y las soluciones previstas por el Gobierno siguen inconclusas.
2) También apremia que el Gobierno diseñe y active una política educativa e informativa nacional, regional y local para que la población sepa cómo responder en caso de eventualidades de la naturaleza, para salvaguardar sus vidas. Campañas que incluyan, entre otros, simulacros con grupos de la población, tal como lo hace la Alcaldía de Chacao.
Lo único a aplaudir: La decisión de Hugo Chávez de suspender sus alocados planes nucleares.
El reto: Ponerse a la altura de aquéllos que han alcanzado el tope alto de preparación y eficiencia.
Un pueblo valiente que fue golpeado terriblemente por la naturaleza el pasado viernes 11 de marzo, con un violento terremoto de 9,0 grados en la escala Richter y un tsunami aún más mortal que dejó miles de personas fallecidas. A esto se le suma un grave accidente nuclear aún en proceso sin que se pueda saber con exactitud la extensión de sus secuelas para la población nipona.
Caben dos acotaciones preliminares para destacar: 1) La admiración por un pueblo que supo responder calmadamente y con entereza a la emergencia. 2) El reconocimiento a unos gobernantes que no sólo han sabido asumir su responsabilidad en desarrollar políticas de prevención y educación, dado el alto grado de sismicidad de Japón, sino que también con calma y claridad han sabido informar a la población la gravedad de la situación y las medidas que se han estado tomando.
También es oportuno mencionar que esta tragedia de Japón ha dejado a la comunidad internacional nueva información de cómo profundizar en materia de seguridad en el manejo de plantas nucleares, y de exigir que los gobiernos tomen mayores previsiones en sus desarrollos de programas de energía nuclear.
Para Venezuela, los acontecimientos de Japón aportan lecciones más particulares.
1) Urge que los gobiernos nacional, regional y municipales, desarrollen coordinadamente políticas de prevención y seguridad civil para respuesta eficiente del Estado y de la población en caso de una eventual emergencia natural. La realidad es que Venezuela está ubicada entre dos placas tectónicas: la del Caribe y la Sudamericana, y tres sistemas de fallas sísmicas, que pueden producir futuros movimientos telúricos de similar o mayor magnitud al terremoto de Caracas en 1967. La respuesta del Gobierno Nacional ha sido altamente deficiente, improvisada y descoordinada en los dos últimos eventos naturales ocurridos en el país (la vaguada de Vargas en diciembre de 1999, y las lluvias torrenciales de diciembre de 2010). Las consecuencias negativas para la población de ambas tragedias están aún presentes. Y las soluciones previstas por el Gobierno siguen inconclusas.
2) También apremia que el Gobierno diseñe y active una política educativa e informativa nacional, regional y local para que la población sepa cómo responder en caso de eventualidades de la naturaleza, para salvaguardar sus vidas. Campañas que incluyan, entre otros, simulacros con grupos de la población, tal como lo hace la Alcaldía de Chacao.
Lo único a aplaudir: La decisión de Hugo Chávez de suspender sus alocados planes nucleares.
El reto: Ponerse a la altura de aquéllos que han alcanzado el tope alto de preparación y eficiencia.
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