Las tomas de sillas vacías, más que remarcar ausencias del opositor, sirvieron para unificar la escenografía ideológica de los monologantes bolivarianos, diseñada a partir de todo lo hueco de la propaganda oficialista
Por: Luis Lozada Soucre/TalCualDigital
Cautivos en un estudio de Televen, una decena de estudiantes gobierneros, tamaña contradicción, confesó su tristeza ante el vacío dejado por sus pares manos blancas, en un calculado y oportunista debate, auspiciado y programado desde el corazón mismo de la sala situacional de Miraflores.
Más que convocatoria al diálogo, en franca consonancia con el autoritarismo que tanto admiran, la escuálida representación estudiantil chavista, se reservó de manera unilateral, día, hora y hasta moderador, con el objetivo nada oculto de distraer la atención del movimiento estudiantil, mayoritariamente desafecto al régimen, que en esos mismos instantes desbordaba las calles de Caracas, exigiendo reivindicaciones presupuestarias y académicas, estimulado por el sacrificio de otro grupo de sus compañeros en huelga de hambre de 20 días.
Las tomas de sillas vacías, más que remarcar ausencias del opositor, sirvieron para unificar la escenografía ideológica de los monologantes bolivarianos, diseñada a partir de todo lo hueco de la propaganda oficialista, preñada de fastidiosos lugares comunes, de abúlicos clisés y de inocuas descalificaciones, que dan grima en boca de unos jóvenes trocados en vejestorios, por obra y gracia del pensamiento único de la hegemonía comunicacional del socialismo del siglo XIX.
Esta mascarada de diálogo, donde hasta el moderador resultó inútil y sobrante, es la evidencia más reciente de cómo la revolución chavista ha perdido el pulso de la realidad, ha abandonado la calle, hasta convertirse en un producto de virtudes engañosas telemercadeado a través de incontrolables, abusivas y estériles cadenas de radio y televisión. Una suerte de emulsión cosmética para la eterna juventud.
Un novedoso e inservible cacharro para cocinar.
La píldora sistémica que previene y cura todas las enfermedades.
Como suele suceder con estrategias similares de mercadotecnia, que ofertan todos los días por televisión adelgazantes mágicos, prodigios antiarrugas, máquinas que truecan alfeñiques en atletas, la propaganda chavista, basada exclusivamente en el telemercadeo, cada día ve mermar más sus consumidores, por los previsibles efectos de la no recompra.
Y es que se puede ser incauto una o varias veces, pero jamás siempre. Y ya van para 13 años con los mismos comerciales impenitentes que ofertan a la República Bolivariana de Venezuela como potencia emergente y coloso del futuro, a través de una ilusa ilusión, de un espejismo al que nunca se llega.
Absurdo y hasta surrealista es el aislamiento mental dentro de un pensamiento único, que esclerosa las neuronas, petrifica el raciocinio, obnubila la conciencia y pronostica hasta la muerte política, como es el caso de la Defensora del Pueblo, a quien no se le ocurrió mejor performance que emular el ingenuo desparpajo, la frívola ignorancia, de Holly Golightly, invitando a los huelguista a desayunar... en Tiffany’s.
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