Un herido es atendido fuera de la estación de Minsk donde se ha registrado
una fuerte explosión.- ANTON MOTOLKO (REUTERS)
Un atentado en el metro de Minsk, la capital de Bielorrusia, dejó hoy, al menos, 11 personas muertos y casi un centenar de heridos. El presidente del país, Alexandr Lukashenko, que convocó una reunión urgente del gabinete de Gobierno, no descartó que la explosión hubiera sido organizada desde el exterior y ordenó a las fuerzas de seguridad que revisen todos los arsenales con municiones, según informaron las agencias rusas.
Paralelamente, nombró al jefe del Comité de Seguridad del Estado (KGB) responsable de la investigación.
"Hombres, nos han lanzado un serio desafío. Debemos dar una respuesta adecuada. ¿Quiénes son? Les pido que se apuren a la hora de responder a esta pregunta", exclamó el presidente. Lukashenko ordenó aceptar la ayuda ofrecida por el presidente ruso, Dmitri Medvédev, al tiempo que ordenó reforzar la seguridad en todo el país.
"El pánico se desató entre los viajeros", comentó un testigo, que añadió que el suceso tuvo lugar poco antes de las 18.00 hora local, cuando a la estación de Oktiábraskaya -situada cerca de la residencia del presidente, Alexandr Lukashenko, en el poder desde 1994- llegaban dos trenes repletos de viajeros. Esta estación es una de las más concurridas de la capital bielorrusa, ya que enlaza los edificios oficiales y las sedes de las principales empresas industriales de la ciudad con los barrios dormitorio.
Los servicios de urgencia sacaron a decenas de personas ensangrentadas en brazos y en camillas. Al parecer, varias personas resultaron heridas al derrumbarse la escalera mecánica que conducía a la calle. En la céntrica avenida de la Independencia, donde se encuentra la boca del metro Oktiábraskaya, se congregaron un gran número de vehículos de bomberos, ambulancias y furgones policiales. Unas 35 víctimas tuvieron que ser hospitalizadas y a varios de los heridos se les amputó manos, brazos o piernas, según informó el jefe de la clínica de atención urgente de Minsk, Víctor Sirenko.
"Escuché un sonido parecido a cuando se abre una botella de champán. Entonces, saltaron por los aires las cristaleras del vagón y comenzó a salir el humo. Había mucho humo y nos asustamos, ya que pensamos que nos asfixiaríamos", declaró un testigo. "Cerca de la entrada de la estación había dos cuerpos con las cabezas tapadas por una sábana", señaló otra persona.
El clima político en Bielorrusia es convulso. Lukashenko fue reelegido presidente el pasado diciembre con un 80% de los votos, aunque la oposición denunció un fraude masivo. Los observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) también detectaron irregularidades en los comicios y las páginas de Internet críticas con el régimen fueron inaccesibles durante parte de la jornada electoral.
La represión y el hostigamiento sobre la opsoción fue generalizado. Siete de los nueve rivales en las urnas de Lukashenko fueron detenidos (uno de ellos herido por los golpes de las fuerzas de seguridad, las únicas que aún conservan el acrónimo soviético, KGB) y en una manifestación de protesta la policía actuó con gran contundencia. Decenas de opositores, entre ellos varios candidatos a la presidencia, fueron acusados de "organización de disturbios masivos". Uno de los candidatos, Ales Mikhalevitch, recibió asilo político en la República Checa.
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