Desde que Hugo Chávez abrió las alforjas de los dineros públicos para comprar voluntades y doblegar ideales, la acción de guindarse se convirtió más que deporte en una necesidad. Un acto innoble que lleva a militares y antiguos militantes de partidos a reírse de los chistes presidenciales y aplaudir como focas los insultos a otros venezolanos en cadena nacional.
Son prácticas bolivarianas a las cuales algunos se someten para coronar, aunque sea hasta diciembre de 2012, el imperativo del quince y último gubernamental.Foto: Jean Boher/TalCualDigital
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