El príncipe Guillermo y Kate Middleton contrajeron matrimonio en la Abadía de Westminster de Londres en una ceremonia fastuosa seguida en todo el planeta por miles de millones de televidentes y otros cientos de miles en las calles de la engalanada capital británica.
Apenas minutos después de la espectacular entrada de la novia en el templo, con un sofisticado vestido diseñado por la casa Alexander McQueen, los novios se dieron el "Sí, quiero", tras lo cual fueron declarados "marido y mujer". Guillermo decidió que él no llevaría anillo, pero deslizó una alianza de oro en el dedo de Kate.
La futura princesa acompañada de su padre, había llegado puntual a las 10h00 GMT a la Abadía, donde la estaba esperando su príncipe, ataviado en su inconfundible uniforme rojinegro de coronel de la Guardia Irlandesa del ejército británico.
Kate Middleton, que vestía un hermoso vestido blanco marfil, con cola de casi tres metros, velo y una tiara prestada por la reina Isabel II, abuela del novio, fue saludada por los gritos entusiastas de miles de admiradores que llevaban horas y hasta días esperando en esta mañana gris.
El novio pareció decir "estás muy guapa" a su llegada al altar enfundada en el sofisticado modelo diseñado por Sarah Burton, quien sucedió al 'enfant terrible' de la moda británica tras su suicidio.
Antes de la novia, la última en entrar en la Abadía fue la Reina, anunciada con sonidos de trompetas con el príncipe de Edimburgo.
Antes de la ceremonia, la soberana nombró a Guillermo, de 28 años, duque de Cambridge, por lo que su esposa plebeya, de 29, se convirtió al casarse en duquesa de esta misma ciudad universitaria cercana a Londres.
Entre los invitados que llenaban la Abadía había celebridades del deporte, como David Beckham, acompañado de su embarazada esposa Victoria, el músico Elton John, así como dirigentes políticos y amigos de la pareja.
"Creo que la gente de todo el mundo estará mirando este gran momento histórico, y verá lo mejor de Gran Bretaña, y que hacemos las cosas muy bien" se felicitó el primer ministro británico David Cameron, al entrar en el templo.
Hasta un tercio de la población mundial iba a seguir en directo este enlace por televisión, al que asisten en vivo unos 1.900 invitados.
Isabel II, con vestido amarillo y sombrero a juego, ve en esta boda una oportunidad de dar aires más modernos a la monarquía, 30 años después de la de Carlos y Diana, padres del príncipe Guillermo. Esa unión dejó paso a un tortuoso matrimonio que terminó en divorcio un año antes de la muerte de la "princesa del pueblo" en un accidente en París en 1997.
La reina Sofía de España, los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, y los príncipes de Holanda, Guillermo y Máxima, ocuparon lugares de honor en la ceremonia, cerca de los padres de Kate Middleton, Michael y Carole, ex empleados de British Airways reconvertidos en millonarios empresarios.
Tras firmar el registro en privado, lejos de las cámaras y de los 8.500 periodistas que cubren el evento más mediático del año, los recién casados saldrán a saludar a sus admiradores, a quienes ya dieron las gracias con un mensaje con el programa oficial.
"El afecto que nos ha mostrado tanta gente durante nuestro compromiso ha sido increíblemente conmovedor y nos ha llegado hasta lo más profundo", escribieron.
Miles de personas pasaron la noche a la intemperie o en tiendas de campaña recubiertas de banderines y fotos de los novios en el centro de una ciudad teñida de blanco, azul y rojo pasa asegurarse un lugar en las primeras filas del recorrido del cortejo nupcial.
La policía, que desplegó 5.000 agentes por toda la ciudad, acordonó las calles del centro de la capital para el acontecimiento, que según las previsiones será visto por por unas 2.000 millones de personas de 180 países.
El otro momento clave del día será la aparición de los posibles futuros reyes en el balcón del palacio, donde deberían sellar públicamente con un beso su matrimonio tras ocho años de relación.
Mientras, 650 privilegiados disfrutarán de un almuerzo ofrecido por la reina, antes de la cena de gala organizada por la noche para los 300 familiares y amigos más cercanos, tras lo cual Buckingham se transformará en discoteca.
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La policía, que desplegó 5.000 agentes por toda la ciudad, acordonó las calles del centro de la capital para el acontecimiento, que según las previsiones será visto por por unas 2.000 millones de personas de 180 países.
El otro momento clave del día será la aparición de los posibles futuros reyes en el balcón del palacio, donde deberían sellar públicamente con un beso su matrimonio tras ocho años de relación.
Mientras, 650 privilegiados disfrutarán de un almuerzo ofrecido por la reina, antes de la cena de gala organizada por la noche para los 300 familiares y amigos más cercanos, tras lo cual Buckingham se transformará en discoteca.
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