martes, 13 de marzo de 2012

Cartas de amor revelan la faceta romántica de Nixon

Yorba Linda, California/AP -- Mucho antes de que Richard Nixon ascendiera al poder y de que posteriormente se viera obligado a renunciar a la presidencia, era sencillamente otro hombre enamorado.


Décadas antes de convertirse en “Tricky Dick” (Dick el tramposo) para algunos, Nixon le escribía bajo seudónimos románticos a su futura esposa en notas llenas de amor que revelan un lado sensible y dulce del hombre a quien el escándalo de Watergate llevó al abismo.

Nixon compartía el escenario con Patricia Ryan en una producción de teatro comunitario y seis de las decenas de cartas que intercambiaron durante los dos años en que la cortejó se darán a conocer el viernes en la Biblioteca y Museo Richard Nixon como parte de una muestra en conmemoración del centenario del nacimiento de la mujer que Nixon llamaba cariñosamente su “gitana irlandesa”.

En las cartas, Nixon recuerda el día en que se conocieron con una prosa florida, sueños sobre un futuro juntos y la emoción de la primera vez que su “amantísima” aceptó salir a pasear en el carro con él.

“Quiero verte y estar contigo día y noche, pero eso no me provoca ni celos ni egoísmo”, escribió en una carta sin fecha. “Te invito a un paseo el domingo; vayámonos a las montañas los fines de semana; leamos libros frente a una hoguera. Pero por encima de todo, envejezcamos juntos y encontremos la felicidad que sabemos nuestra”.

Casi dos décadas después de su fallecimiento, el epistolario ofrece un vistazo al lado privado de un hombre que nadie llegó a conocer mucho y que casi nadie observó de primera mano, pero que representa una especie de carta de amor para los partidarios del 37mo. presidente, que se molestaron cuando el Archivo Nacional se hizo cargo del museo y lo convirtió en una crónica detallada de Watergate.

“Estas cartas son fabulosas. Es una persona completamente diferente de lo que la gente sabe por las grabaciones de Watergate. El presidente Nixon comenzó como un joven idealista listo para conquistar el mundo y con Pat Ryan sabía que podía lograrlo. Hay mucha esperanza [en esas cartas], mucha sensibilidad, es muy poético”, dijo Olivia Anastasiadis, curadora del museo.

“Nixon la adoraba, estaba absolutamente prendado de ella y sólo pensaba en eso”.’

Las cartas son un enorme contraste con la imagen del líder de rostro adusto que fue obligado a renunciar vergonzosamente en 1974.

Nixon se presenta como un pretendiente ardiente y persistente en las cartas, que datan de 1938 hasta justo antes del matrimonio en junio de 1940.

Los dos se conocieron en una audición para la obra The Dark Tower en Whittier, en el sur de California, y se estuvieron viendo durante dos años hasta que él le propuso matrimonio en los acantilados sobre el Pacífico en el Condado Orange. Después le entregó el anillo de compromiso en una pequeña cesta desbordada de flores. Se casaron en una pequeña ceremonia el 21 de junio de 1940.

El toque romántico y la caballerosidad a las que Nixon echó mano en la propuesta de matrimonio salen la relucir también en las cartas.

En dos de las notas manuscritas, Nixon –que creció como cuáquero– trata a su futura novia de usted, que entre los cuáqueros significa una cercanía especial. También habla de él mismo en tercera persona y se refiere a esa “persona prosaica” cuyo corazón “se llenó de música poética” cuando la conoció.

“El martes había algo eléctrico en medio del aire sofocante de Whittier. Y ahora conozco la razón. Una gitana irlandesa que irradia felicidad y belleza. Ella dejó una nota dirigida a un abogado novato que mira desde una ventana y sueña. Y en esa nota él encontró luz y flores, y un gran espíritu que sólo las grandes damas pueden inspirar”, escribió Nixon. “¿Me permitirá verla otra vez algún día? ¿Quizás en septiembre?”

Una Pat Ryan mucho más práctica, y algo menos impulsiva, le responde en una nota corta: “En caso de que no me veas antes, por qué no vienes temprano el miércoles (6), a lo mejor te puedo preparar una hamburguesa”. El objeto del afecto de Nixon tardó en reaccionar, pero al final estaba igual de encantada con él, dijo Ed Nixon, el hermano menor del presidente, en una entrevista telefónica desde su casa en Seattle.

“Ella era una joven muy independiente y muy cautelosa si la gente que conocía no podía sonreír; no le interesaba mucho si no los podía hacer sonreír. Eso capturó la imaginación de Dick”, dijo el hermano de Nixon. “Te obligaba a ser mejor. Me obligó a ser mejor y creo que obligó a Dick a ser mejor”.

La presidencia de Nixon comenzó a desmoronarse en 1972 cuando varios ladrones que posteriormente fueron vinculados al comité de reelección del presidente entraron por la fuerza al Comité Nacional Demócrata en busca de trapos sucios. Nixon negó haber conocido de los planes de antemano, pero 18 minutos y medio de silencio en la grabación de una reunión sobre Watergate en la Casa Blanca llevó a muchos a sospechar de un intento de ocultar lo ocurrido.

Enfrentado a un juicio político y posiblemente a un encausamiento penal, Nixon renunció el 9 de agosto 1974 y se retiró a su natal California. Al mes siguiente Gerald Ford emitió un perdón presidencial a su favor.

Pat Nixon nunca dudó de su esposo y permaneció a su lado hasta que ella falleció en 1993, un día después de su aniversario 53 de bodas, dijo Robert Bostock, asesor de la Fundación Richard Nixon, que copatrocina la exhibición, y ex ayudante de Nixon después que dejó la Casa Blanca.

La lealtad y espíritu de Pat Nixon fueron un testamento al amor del matrimonio y parte de lo que los unió desde sus primeros días de noviazgo en Whittier, cuando él era un abogado joven y ella una maestra de Estenografía recién graduada de la universidad.

“Ella estuvo con él todo el tiempo, nunca perdió la fe en él. Su opinión era que el país había salido perdiendo cuando tuvo que renunciar, que él había logrando muchas cosas buenas y le quedaba mucho bien por hacer”, dijo Bostock. “Su lema favorito era: ‘Arriba, arriba’. Nunca miró atrás. Siempre miraba al futuro”.

NDO/El Nuevo herald

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