Quien sabe si en cualquier momento nos vuelve a decir que el finado se le apareció en forma de águila y le ordenó nacionalizar una empresa, destituir un ministro, encarcelar a algún opositor o amenazar a un país vecino con una guerra
SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Pajarillo, pajarillo, que vuelas por mi rivera... Así comienza una canción muy popular del folklore nacional, que dio a conocer Angel Custodio Loyola.
Es común y frecuente en el llano los cuentos de aparecidos, del Silbón o de la Sayona, por lo que no es de extrañar que haya pájaros que revoloteen sobre la cabeza de cualquier mortal, más si tiene una altura considerable, como es el caso de Nicolás Maduro.
No se descarta tampoco que el candidato del PSUV no hubiera desayunado y el hambre a veces juega malas pasadas. O tal vez a esa hora ya le había pegao el sol llanero que todos sabemos puede alterar la mente.
Quien sabe si en cualquier momento nos vuelve a decir que el finado se le apareció en forma de águila y le ordenó nacionalizar una empresa, destituir un ministro, encarcelar a algún opositor o amenazar a un país vecino con una guerra. El pajarito en cuestión puede servir para muchas cosas.
El humor nacional, el mismo martes, tenía ya varias versiones de semejante vuelo. Una de ellas aseguraba que se había producido una tercera devaluación, otra más en el haber de Maduro; pues Chávez había pasado de águila a pajarito.
En todo caso, nosotros estamos seguros que en la cabeza de Nicolás hay pajaritos desde hace años, pero no volaban por fuera, sino que lo hacían internamente. No es algo que solo le ocurre a él, dentro del tren gubernamental.
Es un fenómeno más bien común entre ellos. Es algo a lo que no escapaba el fallecido presidente Hugo Chávez. Pensar a estas alturas del partido que el modelo cubano puede ser la panacea para los males de la humanidad solo es posible en cabezas que tienen muchos pajaritos dando vueltas.
Proponer un sistema que ha fracasado en los cuatro continentes donde ha sido aplicado, no puede tener otra explicación que pajaritos volando. Pensar que la libertad de las personas puede ser sacrificada para alcanzar la igualdad, es vivir en un mundo fracasado. Nicolás cree en los pajaritos preñados del fracaso.
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