Madrid, 31 mar (EFE).- ¿Qué tienen en común el pan, la sal, los huevos, la carne roja o el marisco? Que en algún momento han sido "víctimas" de una leyenda negra sobre su papel en la dieta diaria, protagonistas de falsas creencias y mitos que entorpecen la información fiable sobre la dieta saludable y equilibrada.
Con el fin de "restaurar el honor de todos los alimentos", el periodista Antonio Orti, en colaboración con las expertas en nutrición Ana Palencia y Raquel Bernacer, ha escrito el libro "Comer o no comer. Falsedades y mitos de la alimentación" (Planeta), en el que desmienten algunos de los bulos que circulan sobre la dieta.
Se desmotan teorías un tanto rocambolescas, como que hay alimentos con nutrientes negativos, que según sus "creyentes", consumen más calorías al ser digeridos que las que aportan; o que existen los quema-grasa, como la alcachofa, el pomelo o el espárrago, que al parecer absorben los lípidos como si de un lavavajillas se tratara.
"No tiene ningún sentido pensar que comer ciertos alimentos compense el exceso de calorías o de grasas; absolutamente todos los alimentos aportan calorías, en mayor o menor medida", precisa Orti a Efeagro.
El nutricionista José Miguel Martínez reconoce a Efeagro que los pacientes llegan a su consulta con una serie de ideas preconcebidas -de dudosa base real- sobre los alimentos, entre las que destaca una especie de fobia hacia los hidratos de carbono, que erradican de la dieta a favor de productos ricos en proteína, como carne o pescado.
"Estos alimentos de origen animal contienen también grasa; por lo que al final se consumen más calorías con dietas ricas en proteína que prescinden de pan y cereales ricos en hidratos de carbono, y sin embargo también aportan fibra y minerales", explica Martínez.
Los huevos, la carne roja o el marisco son poco adecuados para las personas con colesterol alto, aunque mucha gente relaciona su consumo con el hecho de engordar, añade.
Y así, detalla que "para un vegetariano, el huevo es casi su única fuente de proteína, por lo que consumir uno al día es perfectamente adecuado; mientras que la carne roja, si se escogen las partes más magras, o el marisco, son dos fuentes excelentes de hierro y minerales".
La sal -poco recomendada para hipertensos- también es fuente de controversia, porque "se cree que engorda cuando no tiene calorías; por lo que prescindir de ella en dietas de adelgazamiento solo servirá para retener menos líquidos", señala.
Pero, ¿por qué algo tan básico como la alimentación es un terreno propicio para estos mitos? Es la pregunta que Orti se propone desvelar en su libro y para la que señala varios factores, que van desde "el periodista que busca un titular llamativo" a la "rivalidad entre universidades y equipos de investigación que luchan por aparecer en las publicaciones y rankings".
"Hay una máxima bienintencionada que nos dice que la ciencia es neutra, pero lo cierto es que la ciencia es de quien pone en el dinero y, a menudo, sirve los intereses de la industria", apunta.
Ante el aluvión de estudios, en ocasiones contradictorios, algunas teorías sobre nutrición se convierten casi en "un acto de fe", apoyadas en una mitología de los alimentos que ha sido el perfecto caldo de cultivo para las dietas milagro: desde la del pomelo, a la de los potitos, la disociada, la macrobiótica o la penúltima moda, la Dukan, denostada por los expertos.
Pese a lo variopinto de su naturaleza, las dietas son "aburridas, monótonas, insuficientes, y no educan; ya que no implican el cambio hacia unos hábitos de vida saludables que incluyan la alimentación", añade.
Como recuerda Orti, la palabra dieta, al contrario de lo que sugiere para muchos, viene del término griego "diatia", que hace referencia al estilo de vida saludable del día a día, no a un periodo acotado, con resultados asombrosos.
"La gente relaciona la palabra dieta con pasar hambre y con restricción de alimentos, cuando dieta no es más que la alimentación del día a día de una persona, completa, variada y adecuada a sus condicionantes físicos y estilo de vida", subraya Martínez.
Comer de todo y en su justa medida. Una máxima sencilla para alimentarse de manera equilibrada y saludable, despojado de mitos.
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