El candidato del PSUV comparó a su amado líder con Cristo, equiparándose él y sus ministros con los "apóstoles". El nuevo culto, ahora religioso, a favor del finado Hugo Chávez tuvo una aceleración en esta Semana Santa.
SEBASTIÁN BOCCANEGRA/TalCualDigital
El nuevo culto, ahora religioso, a favor del finado Hugo Chávez tuvo una aceleración en esta Semana Santa. En Los Teques un grupo de chavistas pretendió que el párroco de la iglesia les bendijera unos rosarios donde figuraba la imagen del difunto presidente y como se negó a semejante petición, fue agredido y solo logró salir del templo protegido por la policía. En el 23 de Enero, se erigió una capilla donde hablan del "santo Hugo Chávez del 23".
El candidato del PSUV comparó a su amado líder con Cristo, equiparándose él y sus ministros con los "apóstoles". Que se sepa, los dirigentes chavistas, o al menos una parte importante de ellos, se han declarado marxistas. Admiran la revolución cubana y otros regímenes comunistas. Nadie ignora que las religiones han sido perseguidas por los gobiernos marxistas, pero todo es válido con tal de convertir al fallecido mandatario en personaje de culto, sobre todo si hay unas elecciones a la vuelta de la esquina.
Ahora bien, comparar a Chávez con Jesucristo es como demasiado ¿no? Mientras aquel pregonó el amor, el perdón, la solidaridad con todos; el otro hizo exactamente lo contrario. Desde que asumió la presidencia hasta su última alocución no hizo más que agredir a quienes pensaban distinto a él. Se mofó, burló, discriminó y execró a una porción importante de venezolanos a través de la tristemente célebre lista de Tascón.
Promovió el odio entre sus paisanos bajo diversos argumentos: desde la posición económica hasta el color de la piel. Sus decisiones en relación con los presos políticos distan mucho de las de un cristiano consecuente. La prensa nos dice también que las colas para ver la tumba y el museo del líder han bajado considerablemente. El fervor ya no es el mismo.
Cuando el ídolo tiene pies de barro, la fe no perdura.
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