Foto de archivo |
El hombre formado en La Habana fue colocado como heredero del traidor, su misión completar el experimento castro-comunista, para el cual trabajaba el que se infiltró en las Fuerzas Armadas para destruirlas desde adentro.
Rápidamente se fue desarrollando el proyecto, Primera etapa destruir los partidos políticos, quienes ya contaban con una imagen deteriorada.
Segundo objetivo controlar todos los poderes del Estado, necesitaron violar la Constitución para convertir en un ente sumiso al Tribunal Supremo de Justicia, garantizando una mayoría espuria, que carecía de legitimidad por violación de la norma constitucional.
Con ese Tribunal ilegal fueron ratificando todas las decisiones, con las cuales adquirieron el poder absoluto.
Tercero acabar con la libertad de expresión, los medios de comunicación sufrieron suspensiones, multas, censuras y cierres.
La siguiente fue controlar la sociedad, el sector más necesitado a través de ayudas y regalos que los hicieran dependientes, como dijo el ministro aquel, que los mantuviera pobres para controlarlos.
A la clase media decidieron controlarla a través de la inseguridad, la escasez, la destrucción de empresas, fincas y puestos de trabajo, por medio de expropiaciones, robo, multas y el control de las divisas. Desde allí acabaron con la producción y pusieron en manos de los enchufados toda la importación de productos básicos.
Los mayores crímenes contra la nación se consumaron en ese momento, el primero la división de un pueblo, al que se le sembró la polarización, el resentimiento y el odio social. El segundo fue la traición a la patria, permitiendo la penetración de los esbirros de La Habana.
El régimen actual solo trata de pasar a la fase definitiva, en la cual perderemos la libertad y quedaremos sojuzgados a los deseos de Fidel y Raúl. Se quitó la máscara, ya no importa violar los DDHH, utilizar la represión, la tortura, ni utilizar procedimientos jurídicos ilegales.
El mensaje oficial está lleno de amenazas, insultos, órdenes de agresión y muerte. Los responsables de defender la ciudadanía ya ni les importa identificarse como fichas del partido y sin vergüenza alguna justifican la tortura, hasta dar asco.
Son todos responsables de los crímenes autorizados, los que han acabado con las vidas de estudiantes, jóvenes, hombres y mujeres de nuestro pueblo.
Son responsables de los colectivos que armaron y dirigen contra los venezolanos... responsables del robo de los recursos nacionales, de la destrucción de las Fuerzas Armadas, del hambre que se avecina y de la presencia extranjera que nos domina.
Deberán pagar por el descarado endeudamiento, que destruye nuestro futuro. Por haber destruido esta nación de forma programada.
Pero a pesar de todo hay esperanzas, ni la desconfianza o el miedo han impedido la reacción popular, los sucesos del Táchira, Mérida, Caracas, Valencia y de tantos otros estados nos demuestra que la fe en los hombres sigue viva, la que corre en la sangre del que quiere a su nación.
Esa sangre ha sido vertida, acción estimulada desde Cuba vía Miraflores, una ola de violencia aterradora destinada a la destrucción física y psicológica, con total impunidad. Con su cuota de víctimas inocentes que no les importan a ninguna de las cabezas de gobierno, que vemos declarando como si aquí no pasara nada.
El mundo se ha dado cuenta que la democracia en Venezuela está amenazada, no precisamente por los estudiantes. Sino por el aumento incontenible de la delincuencia, la ausencia de un sistema judicial independiente, con el control absoluto de los poderes públicos, la falta de diálogo con la oposición y la represión de las protestas pacíficas.
El gobierno necesita de la muerte para sostenerse y vemos que lo aplica, nosotros los que nos oponemos apostamos por la vida... libres, juntos como una sola nación y con la esperanza de que detrás de tanto dolor surgirá esa Venezuela que aspiramos.
Estamos seguros que después de la oscuridad, veremos la luz.
Ex Cónsul de Venezuela en París
Presidente de Venezuela-Futura, Francia
nelsoncastellano@hotmail.com
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