Por: VenEconomía
Este viernes 28 de marzo, el diario El Nacional dio a conocer un documento de Conindustria donde se revela que “la importación desmedida de productos terminados atenta contra la manufactura nacional”. Indica además que “la exagerada intervención en la economía y la toma de empresas por parte del gobierno ha hecho que hoy la capacidad de producción sea menor que hace 10 años: 4 de cada 10 fábricas que había en el país se han visto obligadas a cerrar sus puertas”.
También informa el ente gremial que en ese lapso se ha registrado la pérdida de unos 500.000 empleos directos e indirectos. ¡Vaya cifras negativas las que derivan de la “revolución bonita” de Hugo Chávez!
En realidad estas estadísticas solo corroboran lo que cada venezolano percibe en la vida diaria y lo que ha sido analizado tanto en las diversas publicaciones de VenEconomía, como por otros analistas independientes. Estas son simplemente las nefastas consecuencias de la ceguera que acompaña a todo régimen de corte comunista. Sin embargo, pareciera que Venezuela, gracias al colchón que le ha proporcionado la renta petrolera a Chávez y a Maduro, todavía no ha tocado fondo, y estas cifras negras podrían ser mañana buenas noticias si no se cambian de rumbo las políticas económicas y antiempresariales.
Esto así porque lo que se percibe es que las cosas van para peor.
1 ) Las empresas no se han recuperado del Dakaso de noviembre, cuando Maduro obligó a vaciar los estantes y vender todo tipo de mercancía a precios que calificaba de “justos”, secando con ello los inventarios sin que se hayan podido ser reponer en este trimestre de 2014. Hay empresas que informan que les queda inventario para no más de dos meses, otras más llegarán al límite para principios de abril.
2) Se ha agotado la materia prima indispensable para producir, lo que obliga a las industrias a parar las líneas de producción.
3) La restricción al acceso de divisas ha hecho que muchas empresas cayeran en mora con proveedores internacionales, y debido a ello éstos de dejaron de despacharle los insumos indispensables para completar los procesos de producción.
4) Ni siquiera el SICAD II, con su aparente apertura para acceder a divisas, parece que permitirá mejorar la precaria situación. Para los empresarios es demasiado arriesgado pujar para obtener dólares a Bs.50 o Bs.55, sin saber a ciencia cierta cómo cubrirán no solo ese incremento de la divisa sino los altos costos laborales que impone la Ley del Trabajo, en momentos cuando están ahorcados por la Ley de Precios Justos que limita los márgenes a solo 30% de utilidad.
Así mientras matan de mengua al sector privado, mientras se estrangula la inversión y la producción privada, el gobierno sigue en su carrera hacia la centralización y el control de toda la economía, anunciando inyección de unos $7,3 millardos en planes empresariales que seguramente terminarán en fracaso como todos los que le han antecedido.
Es harto conocido que la ejecutoria del castrochavismo ha sido en estos tres quinquenios ineficiente y corrupta y ha llevado también a la quiebra a las empresas del Estado. Una muestra de este botón la dio el presidente del BCV, Nelson Merentes, al anunciar que el PIB manufacturero de las empresas públicas se contrajo en el último trimestre de 2013 en 5,7%. A confesión de parte, relevo de pruebas.
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