En 1999 el "comandante eterno" inició la más brutal guerra económica, política y social contra el pueblo venezolano, que golpeó severamente el aparato productivo y la institucionalidad del país, dejando así una sociedad más empobrecida y desesperanzada
SAMUEL BOCCANEGRA/TalCualDigital
En 1999 el "comandante eterno" inició la más brutal guerra económica, política y social contra el pueblo venezolano, que golpeó severamente el aparato productivo y la institucionalidad del país, dejando así una sociedad más empobrecida y desesperanzada. Avanzó mucho con el chorro de petrodólares que le permitió crear una legión de beneficiarios del Estado poderoso.
Tenía la famosa chequera con la cual no solo compró conciencias en el exterior sino que creó misiones que en principio parecían coyunturales, pero que con el tiempo se convirtieron en los viejísimos programas sociales que han sido propagados como banderas de la revolución.
Gastaba a manos llenas con el aval de un barril petrolero que cada día era más caro y en consecuencia entraban más divisas para mantener cierto "estado de bienestar", y esperanza en los desposeídos. No importaba aporrear la economía pues se impuso la tesis de importarlo todo, porque además pensaba que así se controlarían la inflación y la escasez que ya asomaban el rostro.
Hasta que llegó lo que llegó. Hace ya un tiempito el precio del crudo se estancó en la escalera a 100 dólares el barril mientras que el manirrotismo y el gasto público siguen por el ascensor.
Irrumpió entonces la cultura del rebusque, pues la buhonería compra en mercados privados y especula en las calles. Y paralelamente el descontento social comenzó a expandirse incluso a sectores hoy todavía chavistas, mas no maduristas, ante el deterioro de las misiones y los anaqueles semivacíos de Mercal, Pdval y el Bicentenario.
Ese es el legado que Chávez le dejó a Nicolás, a quien hoy frente a la protesta social lo único que se le ocurre es reprimirla con mucha dureza, pues ahora no tiene suficientes dólares para comprar y el fanatismo castrochavista le impide dar el golpe de timón que necesita la economía.
Y ni hablar del "hombre nuevo" que dejó Hugo, una generación de jóvenes de entre 12 y 20 años de la cual un número considerable no ha desarrollado ética de vida y asesinan a diario impunemente, y son los "duros", bien desde colectivos criminales o desde el hampa común.
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