miércoles, 30 de abril de 2014

Educación, educación y más educación/Editorial TalCual miércoles 30abr14

Por: Fernando Rodriguez/TalCual
H ay consenso en decir que América Latina viene de una venturosa década que mejoró notablemente sus índices de desarrollo, sobre todo de pobreza y otros concomitantes.


Pero es también probable que el tiempo que viene no sea tan propicio como hasta ahora, debido a la crisis económica del mundo desarrollado, a sólo una relativa y desigual mejoría, y al aminoramiento del desarrollo chino y otros BRIC, lo cual incidirá en el consumo y los precios de las materias primas de la región. Esto hace más apremiante que nunca el énfasis en la industrialización como modo de mantener nuestro camino al desarrollo. Y no conocemos ningún análisis serio sobre la cuestión que no pase por colocar a la educación como elemento imprescindible para hacernos competitivos en el mundo globalizado.

Si de algo ha pecado la educación a la manera chavista es de ausencia de calidad, la cual, como en tantas otras áreas, ha hecho de la cantidad el criterio propagandístico de sus supuestos logros. Baste recordar el grotesco caso de nuestra educación universitaria, altamente significativo porque ella es el producto educativo terminal. Más paradójico no puede ser, dicho sintéticamente: hemos demolido nuestras universidades constituidas, autónomas, hasta niveles criminales; ellas, con todas sus limitaciones, eran producto de un sostenido esfuerzo lleno de admirables logros. Y de otra parte hemos construido otras especies de universidades que, según el gobierno, llevan a más de dos millones y medio de estudiantes universitarios nacionales.

Lo que hace que tengamos, proporcionalmente, más estudiantes que Estados Unidos, Japón, China o Francia… somos el quinto país del mundo en el renglón, no se ría. Por supuesto, ese laurel cuantitativo que el gobierno vive pregonando da lugar a una especie de calidad cero en la casi totalidad de los casos: profesores improvisados cuando no inventados, pensa sin norte y, sobre todo, ninguna exigencia de evaluación para los estudiantes, porque se trata de un regalo populista que no acepta jerarquías o mediciones meritocráticas. A esto se podría sumar el desastre de nuestro bachillerato, donde no es infrecuente que se “salten”, que no se estudien, materias básicas, como matemáticas o física, por falta de profesores. Y paremos de contar o de aullar.

Ahora que hay mesas y mesitas de diálogo y conferencias de paz a granel se podría, se debería hacer una con la educación si se ha caído mínimamente en cuenta de su importancia. Entre otras cosas para corregir políticas baratas y demagógicas, por lo demás nada eficaces ni para sus perversos fines, como el famoso 058 o los libros obligatorios llenos de propaganda política indigna pedagógicamente hablando.

Se ha lanzado la idea, gubernamental, de una gran encuesta nacional para mejorar la calidad educativa. Algunos, de manera bastante confusa, mezclando chicha y limonada, el O58 con la consulta, han empezado a criticar la iniciativa. Pero personas tan avezadas en educación y tan incuestionables políticamente como el rector Virtuoso, Leonardo Carvajal o Mariano Herrera se han pronunciado, entusiastamente diría, por la iniciativa. Y por lo que podemos apreciar, por ejemplo los contenidos de la encuesta, la supresión de alguna referencia política inicial (el Plan de la Patria) y el aval que se le da a los encargados de manejar la empresa, entre otros el mismo Carvajal, nos hacen pensar que podría ser una oportunidad, una suerte de diálogo espontáneo, que nos haga caminar al menos un trecho en ese derrotero primordial.

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