Ayer mismo, la Revista Nature publicaba un estudio realizado por un equipo internacional de astrofísicos y geólogos procedentes de diversas Instituciones y Universidades de Francia, Alemania y Estados Unidos, que podría cerrar uno de los misterios astronómicos más debatidos de las últimas décadas.
Según los propios autores, sus investigaciones indican la fecha de formación de nuestro satélite con una fiabilidad del 99,9% y sitúan el evento bastante después de lo que se pensaba hasta ahora.
Pero empecemos por el principio… por los inicios de nuestro propio Sistema Solar.
Cuando nuestra estrella nació hace aproximadamente 4600 millones de años dejó a su alrededor un disco protoplanetario formado por el material residual tras su formación. En esa gran sopa de cuerpos rocosos, polvo y gas, la gravedad comenzó a hacer su trabajo y ese material sobrante expulsado por el Sol fue componiendo numerosos cuerpos llamados planetesimales… Aún no eran los planetas que hoy todos conocemos, pero las múltiples colisiones entre ellos y la acreción de más y más material pronto los convertirían en verdaderos cuerpos planetarios.
Así se formó lo que ahora es nuestra casa, a base de incrementar su masa en colisiones cósmicas, inmersa un disco rico en pequeños asteroides, polvo y rocas. En aquellas primeras fases, el que ahora vemos como un planeta estable, azul y tranquilo, era una gran bola candente, solitaria aún en el firmamento, pero en rumbo de colisión con todo tipo de cuerpos procedentes del disco de material estelar.
Eclipse total de Luna
Llegamos pues a un momento decisivo en la vida de nuestra Tierra. Un instante que hasta ahora se había situado alrededor de 30 millones de años tras el nacimiento del Sol, es decir, hace unos 4570 millones de años.
Los científicos, a los que siempre ha llamado la atención todo el tema de la mitología, en un arrebato poético lo llamaron Theia, puesto que así se llamaba la titánide madre de la Luna, la Selene griega. En un aspecto más prosaico, en realidad se trataba de un enorme pedrusco de un tamaño similar al de Marte que, situado originariamente en uno de los puntos de Lagrange, había elegido un mal día para cruzarse con nosotros…
A una velocidad diez veces mayor que una bala, los dos cuerpos se dirigían hacia el impacto… El resultado de aquella gran colisión cósmica es lo que ahora vemos brillar en el cielo y todo este proceso es conocido como Teoría del gran impacto o Big Splash.
Pero no os confundáis. Aquí la palabra Teoría no significa lo mismo que en el lenguaje corriente. Cuando en Ciencia se habla de Teoría nos referimos a una hipótesis altamente contrastada con cientos de pruebas y análisis que han probado ser ciertos… Aunque también es verdad que en todo este proceso de colisión planetaria y formación lunar, aún nos queda mucho por saber.
Y uno de estos grandes detalles que aún quedaban por confirmar era la edad exacta en que ocurrió la gran colisión que dio lugar a nuestra Luna. Un dato que este nuevo estudio publicado en Nature afirma haber fijado con precisión.
Hasta ahora, el escenario más aceptado, situaba el gran impacto que formó la Luna y que inició la fase final de formación del núcleo de la Tierra, se fijaba unos 30 millones de años después de la condensación de los primeros sólidos en el sistema solar.
El artículo de Nature sitúa el nacimiento de la Luna bastante después, puesto que los científicos responsables del estudio fijan en 95 millones de años después del inicio de los primeros restos del sistema solar, aunque eso sí, añaden un margen de error de ±32 millones de años.
No obstante, y a pesar de este amplio margen, la nueva datación del impacto cósmico habría tenido lugar con posterioridad a lo que se pensaba hasta ahora y situaría el nacimiento de nuestra Luna aproximadamente hace 4470 millones de años.
Esta nueva datación, a la que los científicos dan una fiabilidad del 99,9% frente a los modelos anteriores, se ha obtenido utilizando dos métodos diferentes que incluyen simulaciones por ordenador y análisis geológicos.
Por un lado, los investigadores han conseguido un modelo bastante consistente basado en más de 250 simulaciones digitales sobre la evolución del Sistema Solar y las colisiones entre protoplanetas que dieron lugar a los actuales planetas.
Por otro lado, el estudio del material agregado a nuestro planeta en el periodo de acreción tardía, es decir, material incorporado a la Tierra después de la formación de la Luna, ha servido como una especie “reloj geológico” para datar la formación de la misma.
Quizá esta parte esté quedando algo más confusa para el lector, así que lo explicaremos de esta manera: Como el gran impacto se retrasa con este nuevo modelo, la cantidad de material incorporado a la Tierra en el periodo tardío de acreción también disminuye, lo cual sí concuerda con los análisis geológicos que indicaban que el material incorporado a la Tierra en esta fase posterior no superaba el 1% de la masa de nuestro planeta.
Es decir, uno de los problemas de la Teoría de impacto era los datos indicaban que el porcentaje de material incorporado a la Tierra por acreción después del nacimiento de la Luna era muy bajo… lo cual se soluciona si la Luna se hubiera formado posteriormente a lo que se pensaba.
Evidentemente, y como siempre ocurre en Ciencia, los datos ofrecidos por este equipo, deberán ser confirmados por otros estudios e investigadores que seguramente no tardarán en llegar. Mientras tanto, y después de esta publicación, lo que sí podemos decir es que nuestra Luna acaba de rejuvenecer en tan solo unos días varios millones de años…
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