Por: Fernando Rodríguez/TalCual
Los cancilleres de Unasur vuelven al país supuestamente a completar lo que iniciaron en su primera visita y que lo menos que se puede decir es que quedó bastante inconcluso, a juzgar por el bramido protestatario y la inclemente respuesta represiva que siguen en las calles de nuestras ciudades además de los abismales síntomas de deterioro, ¿está en coma?, de nuestra economía.
Es verdad que vuelven en mejores condiciones que en su difícil debut entre nosotros, plagado aquella vez de pétreos prejuicios, tal como el del club de presidentes amigos que no laboraba sino para garantizar la estabilidad de cada quien, hoy por ti, mañana por mí. Para no hablar de la capacidad inmensa del oro negro para disolver principios democráticos. Pero no fue como los más pesimistas pensaban y oyeron a todas las partes, hasta la MUD, los estudiantes, los luchadores por los derechos humanos y los curas refunfuñadores.
Y cada uno de ellos dejó constancia de lo fructífero del intercambio, una que otra excepción hecha, alguna sandez que se le fue a un canciller bocón. Y algo así como unos difusos gestos, sin duda insuficientes, se asomaron, solo eso, en las conductas del gobierno.
La MUD acaba de emitir un documento muy esperanzado y cordial sobre la nueva visita. Esperemos que ahora se produzcan resultados más tangibles. Al menos que el cardenal Parolin se decida a atravesar el Atlántico, con la venia del estelar Francisco, a calmar estas tierras que parece querer tanto, en todo caso que conocen sus taras y capacidades de dislate más profundas.
Y que el gobierno se termine de convencer de que el país necesita unos signos vigorosos para que se pueda creerle después de tres lustros de mentiras sistemáticas, atropellos a la Constitución (para empezar tildarla de Bicha), demolición ad nauseam de la independencia de los poderes públicos, de las más siniestras del continente acaba de decir Human Rights, politización de los militares y militarización de sus matones, y pare usted de contar: Pero antes de parar sume usted y subraye la reciente furia represiva del gobierno, básicamente, contra estudiantes y que trae muertos, presos y torturados.
A más de esos movimientos iniciales y propiciatorios se necesita una interminable carpintería, que sin duda no cabe en los lapsos de este gobierno, para recomponer un país realmente descoyuntado en sus más esenciales articulaciones. Ponerlo, por decirlo sintéticamente, a tono con la Constitución, en parte hija del desvarío revolucionario pero que los demócratas terminamos por hacer nuestra mejor defensa, al menos la parte más racional de ésta.
Pero con empezar ya sería bastante y les estaríamos muy agradecidos por sus eficientes servicios, señores cancilleres. Si así no fuese que los dioses ancestrales y el continente os lo demanden.
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