En la isla de Robinson Crusoe el terremoto apenas se dejó sentir, pese a lo cual la pequeña, hija de un carabinero, avisó a su padre quien, tras tranquilizarla llamó al abuelo a Valpaiso, en el continente, y les informó de la magnitud de lo ocurrido.
Nada más oír lo que pasaba, y tras ver por la ventana que las barcas en el puerto chocaban entre sí en un mar agitado, la pequeña salió corriendo a la plaza de la isla e hizo sonar el bong instalado en el centro del parque, alertando a los vecinos.
Pese a que Martina no conocía el código de emergencias estipulado entre las autoridades de la isla, su gesto despertó a algunos habitantes, que inmediatamente hicieron sonar las campanas y huyeron hacia las zonas más altas. Minutos después, una ola gigante irrumpió en la isla, provocando importantes daños.
Su gesto de heroísmo ha sido narrado por el gobernador de Valparaíso, Ricardo Bravo, quien visitó este domingo por la tarde el archipiélago, según informa en su edición de este lunes el diario 'La Tercera'.
"No quedó nada en la isla", explicó, tras precisar que las olas penetraron 300 metros e inundaron un colegio, la plaza y la municipalidad. Ayer, dos aviones ambulancias llegaron con los restos de cuatro de las ocho víctimas mortales que dejó la tragedia, mientras que las otras cuatro serán enterradas en la isla, después de que se rehabilite el cementerio, que quedó parcialmente destruido.
Según Bravo, hay 200 personas damnificadas, lo que representa el 35% de la población de la isla. Todos ellos han sido albergados en las casas del resto de los habitantes. Además, hay ocho personas desaparecidas.
Hasta la isla ha llegado un contingente del Ejército que se dedicará a las labores de limpieza y reconstrucción y ayer arribó la fragata 'Condell', con material de rescate, agua, víveres, un generador de luz y un equipo sanitario.
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