En la encuesta de enero del IVAD (Seijas), en cuya solvencia profesional e integridad confiamos, hay varios datos que merecen una consideración especial. En relación con el clima político, se hace una pregunta sobre el comportamiento de los militares ante la problemática actual que vive el país. El 37,6% de la muestra aprueba su conducta en tanto que el 54% la desaprueba.
El sondeo no dice nada acerca de las razones de esa desaprobación, que pueden ser múltiples y hasta contradictorias entre sí, pero llama la atención que un sector como la FAN, que usualmente es considerado uno de los tres que merecen mayor confianza de la población (la Iglesia y los medios son los otros dos), aparezca ahora bajo una luz negativa para más de la mitad de aquella.
Pero no sería un exceso especulativo atribuir buena parte de esa desaprobación al rol político que Chávez ha puesto a jugar a la FAN. Durante décadas, el país se acostumbró a ver en su institución armada un ente apolítico y apartidista, subordinado al poder civil, pero Chávez ha obligado a la FAN a cambiar ese rol, haciendo de ella una institución políticamente beligerante, supuestamente comprometida con él de manera personal y no en tanto que presidente de la República, y con su proyecto político.
Son incontables los casos en que altos oficiales emiten declaraciones claramente políticas, incluso de tono partidista, proclamando su adhesión a la "revolución", en clara contravención de la Constitución, que prohíbe muy explícitamente tal tipo de conducta para los militares.
Cuando los generales Rangel Silva y Mata Figueroa, por citar dos ejemplos recientes, dicen lo que han dicho, no puede extrañar que buena parte de los venezolanos sientan disgusto ante conductas propias de dirigentes políticos que tienen la particularidad, sin embargo, de que están armados y hablan colocando previamente la pistola sobre la mesa. Esa no es la FAN que el país quiere. No la quiere como árbitro político, no la quiere poniendo y quitando presidentes pero tampoco la quiere violentando sus atribuciones constitucionales y asumiendo posturas político-partidistas. Tienen los señores oficiales de la FAN un importante motivo de reflexión en las cifras de esta encuesta, más pertinentes que nunca en tiempos en que los acontecimientos del mundo árabe han colocado sobre el tapete el tema del rol de los militares.
Otros datos interesantes señalan que el 64,5% de la población considera que el presidente Chávez debiera tomar en consideración las recomendaciones de la Iglesia, así como el 84,9% considera que todos los medios de comunicación social y no sólo los oficialistas deben tener acceso al hemiciclo de la Asamblea Nacional. Por otro lado, 60% cree que Chávez no debe gobernar más allá del 2012, contra 35,4% que lo quisiera en Miraflores para toda la vida. Este dato se viene expresando consistentemente en los últimos sondeos del IVAD, y las cifras comentadas hablan de un cambio sensible en la opinión política.
Finalmente, tenemos los famosos "bloques situacionales" de Seijas. Esta vez el "bloque chavista" reúne el 42,5% contra el 45% que agrupa al "bloque NO chavista". Este dato fundamental, que durante años expresaba una correlación casi de 2 a 1 a favor del bloque chavista, ya desde hace meses ha venido modificándose y ahora evidencia lo que las elecciones del 26S mostraron: en Venezuela se está configurando y consolidando una nueva mayoría. Este dato merece un análisis especial.
El sondeo no dice nada acerca de las razones de esa desaprobación, que pueden ser múltiples y hasta contradictorias entre sí, pero llama la atención que un sector como la FAN, que usualmente es considerado uno de los tres que merecen mayor confianza de la población (la Iglesia y los medios son los otros dos), aparezca ahora bajo una luz negativa para más de la mitad de aquella.
Pero no sería un exceso especulativo atribuir buena parte de esa desaprobación al rol político que Chávez ha puesto a jugar a la FAN. Durante décadas, el país se acostumbró a ver en su institución armada un ente apolítico y apartidista, subordinado al poder civil, pero Chávez ha obligado a la FAN a cambiar ese rol, haciendo de ella una institución políticamente beligerante, supuestamente comprometida con él de manera personal y no en tanto que presidente de la República, y con su proyecto político.
Son incontables los casos en que altos oficiales emiten declaraciones claramente políticas, incluso de tono partidista, proclamando su adhesión a la "revolución", en clara contravención de la Constitución, que prohíbe muy explícitamente tal tipo de conducta para los militares.
Cuando los generales Rangel Silva y Mata Figueroa, por citar dos ejemplos recientes, dicen lo que han dicho, no puede extrañar que buena parte de los venezolanos sientan disgusto ante conductas propias de dirigentes políticos que tienen la particularidad, sin embargo, de que están armados y hablan colocando previamente la pistola sobre la mesa. Esa no es la FAN que el país quiere. No la quiere como árbitro político, no la quiere poniendo y quitando presidentes pero tampoco la quiere violentando sus atribuciones constitucionales y asumiendo posturas político-partidistas. Tienen los señores oficiales de la FAN un importante motivo de reflexión en las cifras de esta encuesta, más pertinentes que nunca en tiempos en que los acontecimientos del mundo árabe han colocado sobre el tapete el tema del rol de los militares.
Otros datos interesantes señalan que el 64,5% de la población considera que el presidente Chávez debiera tomar en consideración las recomendaciones de la Iglesia, así como el 84,9% considera que todos los medios de comunicación social y no sólo los oficialistas deben tener acceso al hemiciclo de la Asamblea Nacional. Por otro lado, 60% cree que Chávez no debe gobernar más allá del 2012, contra 35,4% que lo quisiera en Miraflores para toda la vida. Este dato se viene expresando consistentemente en los últimos sondeos del IVAD, y las cifras comentadas hablan de un cambio sensible en la opinión política.
Finalmente, tenemos los famosos "bloques situacionales" de Seijas. Esta vez el "bloque chavista" reúne el 42,5% contra el 45% que agrupa al "bloque NO chavista". Este dato fundamental, que durante años expresaba una correlación casi de 2 a 1 a favor del bloque chavista, ya desde hace meses ha venido modificándose y ahora evidencia lo que las elecciones del 26S mostraron: en Venezuela se está configurando y consolidando una nueva mayoría. Este dato merece un análisis especial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario