Teodoro Petkoff/TalCualDigital
Tras cuatro años de esfuerzos unitarios, la oposición ha estabilizado, consolidado e institucionalizado la MUD, ese organismo que organiza y articula la diversidad opositora existente en el país. De hecho, desde la ya lejana experiencia unitaria que cuajó en torno a la candidatura de Manuel Rosales, en 2006, una vez que las fuerzas opositoras asumieron clara e inequívocamente una estrategia democrática, pasaron de un promedio de 40% hasta 2006 a un promedio de 50% en los cuatro procesos electorales de 2007, 8, 9 y 10, obteniendo victorias y ensanchando su capacidad de acción y su visibilidad. Es un mérito nada desestimable.
Ahora bien, la MUD no es un fin en sí misma sino un medio.
Es el instrumento, construido con paciencia y tenacidad por sus integrantes, en manos de un vasto sentimiento nacional de unidad, que ve en la Mesa la herramienta a través de la cual aquel sentimiento se expresa, sobre todo, en las ocasiones electorales.
Sin la MUD, ese sentimiento nunca habría podido manifestarse con tanta fuerza y eficiencia desde el 2007 en adelante, con dos claras victorias electorales y la conquista de posiciones de poder institucional (gobernaciones, alcaldías y Parlamento) que han reforzado su propia capacidad de acción y la del país opositor. Ese instrumento que es la MUD debe ser protegido y defendido.
Proteger y defender la MUD implica comprensión ante sus dificultades pero también cero complacencia ante aquellos de sus pasos que no se ven completamente claros. El país espera hoy de la MUD una decisión precisa y pronta sobre el tema de la selección del candidato unitario. Ya han dejado claro que el mecanismo será el de elecciones primarias. Esa es una magnífica noticia. Pero no han fijado la fecha para tales primarias sino que establecieron un lapso dentro del cual deberán celebrarse, una vez haya acuerdo sobre la fecha, entre el 27 de noviembre y el 11 de marzo de 2012. Se comprende que fue la primera aproximación a una fecha sobre la cual existen criterios diferentes. No habiendo acuerdo por ahora, lo hay al menos en el período para efectuar el evento. Nos preocupa, sin embargo, la excesiva amplitud del lapso, demasiado cargado hacia el 2012, cuando todo aconseja dotar a la oposición de una fecha y una expectativa positiva para este mismo año, hacia el cuarto trimestre. Chávez no puede seguir corriendo solo. El sentimiento opositor necesita tener la certidumbre de que este mismo año tendrá un candidato en la calle, que proporcione carne, hueso, nervio, músculo y discurso a ese sentimiento. La definición pronta de una fecha precisa, hacia el cuarto trimestre de este año, potenciará y movilizará las energías de millones de compatriotas. Estos quieren saber qué razones privan para que esa elección primaria no se haga entre octubre y noviembre de este año. Desde el punto de vista práctico no existe argumento alguno para demorarla y pasarla para 2012, cuyo primer trimestre incluye un enero que arranca el 15, y las coartadas del Carnaval y la Semana Santa, para que terminemos teniendo primarias entre abril y mayo, en el mejor de los casos. Eso sería catastrófico.
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