miércoles, 12 de septiembre de 2012

Final de recetas sucias

Como lo hizo Hitler, manifestó su resolución de tratar como enemigos a sus adversarios y realizar contra ellos actos de hostilidad sin ahorrar en medios ni limitantes éticas

CARLOS FERNÁNDEZ CUESTA/TalCualDigital
Nada puede sorprender, aunque nos indigne, pero qué esperábamos, de la intensificación de las infamias, las calumnias, las vilezas y el rastrero montaje de coreografías para el descrédito y la deshonra de la probable fórmula ganadora el 7-0, la MUD y su candidato HCR.

La fisiología natural de lo que se hace llamar chavismo, ha hecho, desde el primer instante en la vida pública, el sumir el ejercicio de la política en el lodo y la degradación.

En todo su fracasado trayecto en el poder, no hay un solo caso de transparencia en sus procederes; todas han sido operaciones de encubrimiento al enorme aparato corrupto que fabricó en estos 13 años.

Siempre, como lo hizo Hitler, manifestó su resolución de tratar como enemigos a sus adversarios y realizar contra ellos actos de hostilidad sin ahorrar en medios ni limitantes éticas.

Desde sembrar pruebas falsas, en sus obedientes tribunales, para encarcelar "enemigos" políticos o amedrentarlos a tomar el camino de un exilio forzoso.

Pasó, entre otros casos, con Manuel Rosales, Oscar Pérez, Nixon Moreno y ese ícono a la ética de gestión, Didalco Bolívar.

Tanto Bolívar como su par en corrupción David De Lima, ambos como gobernadores de estado, aceptaron esa modalidad que el chavismo ha inventado, que junto a destruir lo que se encuentre en pie, es lo que mejor saben hacer, acusar y luego ofrecerles perdón a quien enlode a la oposición.

William "Hojilla", hasta ahora, el último en un menú perverso de unos libretos de mediocre telenovela que de seguro no ha finalizado, en la convicción de que se encuentran muy cerca de ser desalojados del poder del que son indignos de seguir en él, por incapaces, por malvados, por corruptos, por mentirosos, entró en escena por alcanzar lo que sí pudieron hacer los dos exgobernadores que transaron sus ilícitas vagabunderías administrativas por un abominable perdón que los ha terminado de convertir en pestilentes residuos de sí mismos.

El petareño, un muchacho que merece reconocerle el esfuerzo de superar la pobreza que le labró una cierta reputación, un tanto desangelado y de un discurso faltoso, insincero y poco convincente, contorsionista y showman, por aquello que hizo en Cuba desafiando la dictadura y frente al CNE, retando a los círculos armados rojos y en el que mostró valentía, más allá de sus propósitos exhibicionistas, no quiere abandonar este mundo sin ser elegido para un cargo que haga trascender su escasa proyección y le eleve su maltrecha autoestima.

En mi opinión, tiene un trastorno de personalidad que se expresa en afán enfermizo por sobresalir. Y miren que lo logró, pero en la dirección del inframundo; ese espacio infernal de la indignidad y la humillación del que tendrá que cargar por siempre, por indecoroso, por inoportuno.

Se salió del chavismo cuando le impusieron a Pepe en Petare. Luego, apalancado por sus actos de circo, fundó un partido y quiso figurar como candidato presidencial.

Comprendió que aunque era el jefe, su pandilla no llenaba un salón de clase; pasó a UNT y fue derrotado para Sucre 2 veces y 1 en Capital en primarias de la oposición. Ahora tira esta parada con tarifa gobiernera.

Un profesional de las derrotas como Ojeda, es de muy buenos augurios como para sentirse seguros de que el 7-0, la victoria de la opción ética y democrática no tiene pele.

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