Por: VenEconomía
Este sábado 8 de diciembre el presidente Hugo Chávez dio importantes indicios sobre el grave estado de su salud, de la posibilidad cierta de su cercano deceso y de quién es el ungido para sucederlo cuando ello acontezca.
Con ello comienza a aclararse el panorama a corto plazo del país.
Para comenzar, es posible que las palabras del Presidente sean otra manipulación más con la intención de favorecer a los candidatos del PSUV en las elecciones del domingo 16 de diciembre.
Pero, también es posible que el deceso del Presidente en el corto plazo sea una realidad. De ser así, se podrían visualizar nuevas elecciones presidenciales. Así lo dicta la Constitución: Si esto ocurriera en la etapa final del período presidencial, el Vicepresidente lo sustituiría, hasta el 10 de enero, cuando deberá juramentarse el Presidente electo (Chávez). Si ello no fuera posible, asumiría la Presidencia el Presidente de la Asamblea Nacional. (El 5 de enero el parlamento debe nombrar nueva directiva, en caso de que Diosdado Cabello fuera ratificado en su cargo, él asumiría la Presidencia.)
Luego en los 30 días siguientes se deberán celebrar elecciones para elegir a un nuevo presidente.
En tales elecciones, lo probable es que salga electo el candidato del chavismo (el sábado pasado Chávez ungió a su pupilo Nicolás Maduro). Aunque, cualquiera que sea el candidato chavista si van unidos y sin grandes fisuras internas en su dirigencia, capitalizarán la emotividad del momento, con un Chávez muerto, pero glorificado. Hasta ahora, pareciera que el chavismo está logrando sanjar sus diferencias, tal vez entendiendo que la única posibilidad de que el chavismo sobreviva sin su máximo líder es si su dirigencia trabaja unida.
De ganar de nuevo el chavismo en las elecciones presidenciales, y si el nuevo presidente logra armonizar las diferentes apetencias de sus camaradas, en lo político no habría cambios sustanciales, y el comunismo seguría su marcha en el país.
De no sanjar las diferencias y no prevalecer el pacto sucesoral en el chavismo, este se enfrentaría a una lucha interna, y aún cuando ganasen las elecciones, el gobierno chavista tendría pocas posibilidades de sobrevivencia. En este escenario, se podría abrir una posibilidad para la oposición democrática.
Pero, en cualquiera de los casos quien tome el mando del país deberá enfrentar una crisis económica de mucho alcance, no vista en Venezuela desde los tiempos de Carlos Andrés Pérez: sin reservas internacionales, con una extensa deuda externa, con una explosión de precios y una segura devaluación.
A diferencia de cuando CAP, si esta crisis no es resuelta con políticas sensatas y apropiadas, la crisis económica, social y política podría desencadenar en una dictadura.
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