La campaña regional del oficialismo terminó siendo un concurso de quién es más papista que el Papa. Incluso se dio a conocer un documento que contendría las líneas estratégicas para la recta final de la campaña electoral donde se ordena al PSUV sacarle jugo a la enfermedad del líder y utilizarlo como elemento para buscar votos
SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Entonces la campaña regional de todos los estados del país terminó siendo un concurso de quién es más papista que el Papa. Eso, pero en términos de chavismo. Aristóbulo Istúriz decía el miércoles que el dolor hay que convertirlo en movilización electoral.
Tareck El Aissami decía que ganar en Aragua es darle un regalo al Presidente enfermo. Las especies se repiten en cada discurso, en cada acto, en cada declaración.
Incluso se dio a conocer un documento que contendría, presuntamente, las líneas estratégicas para la recta final de la campaña electoral donde se ordena al PSUV sacarle jugo a la enfermedad del líder y utilizarlo como elemento para buscar votos. Después se quejan y acusan a la oposición de ser "necrófilos" y de aprovecharse del "dolor del pueblo".
Sin embargo, lo más lamentables es cómo el debate no está enfocado en lo que debe ser: las gobernaciones. Lo que escogeremos el domingo no es el equipo de enfermeras de Chávez.
Son los gobernantes que se deberán encargar de carreteras, alumbrado, viviendas, créditos productivos, redes de salud, escuelas, proyectos de infraestructura, y un sinfín de funciones que, además, incluye encargarse de cumplir los compromisos con los trabajadores, discutir contratos colectivos y demás.
Hacer campaña solo con la enfermedad niega ese debate necesario en un país cargado de problemas y de deficiencias en la función pública.
Pudiera ser la admisión de que sus candidatos son unos batequebraos, pero en realidad parece el reconocimiento de que son unos aprovechadores de oficio que exprimirán al paciente de La Habana hasta que ya no dé más.
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