Por: Teodoro Petkoff/TalCual
E l Gobierno y su principal ad latere, el señor José Vicente Rangel, tienen montada una campañita sobre unas supuestas intenciones golpistas de la oposición. Rangel ha llegado al increíble extremo de aseverar que la oposición habría adquirido 18 aviones de combate para sus propósitos subversivos.
Afirma, incluso, que cinco de esos aparatos ya están colocados en un aeropuerto en Colombia. Ahora bien, el concepto "oposición", en boca de Rangel, siempre posee un deliberado carácter ambiguo. Nunca queda claro a qué se refiere exactamente ese caballero cuando habla de "oposición". ¿Alude a la oposición políticamente organizada en partidos políticos unidos en la MUD? ¿Alude a algún otro sector, más o menos misterioso, de conspiradores encapuchados? Si fuere el primer caso, las cosas que dice Rangel no tienen ningún sustento; la oposición partidista, es decir la MUD y su principal vocero, Henrique Capriles, han definido y actuado en el sentido de reforzar un camino democrático, con fuerte acento en lo electoral, para enfrentar el autoritarismo reinante. Si se tratara del segundo caso, no posee ninguna lógica pensar que hay un ciudadano privado, Rangel, que sabe de unos conspiradores sin que el Sebin se haya dado por enterado.
En dos platos, pues, toda esa faramalla truculenta de José Vicente con el supuesto golpismo opositor no pasa de ser pura búsqueda de espacio mediático.
Sirva esta referencia para enfatizar sobre lo del camino democrático que transita la oposición. Después de los conocidos traspiés, los partidos opositores unidos finalmente han diseñado y puesto en práctica una línea política con destino. Se sabe qué es lo que se quiere y cómo avanzar hacia el objetivo propuesto. Desde luego que no se trata puramente de esperar las coyunturas electorales sino de darle a la cotidianidad un carácter de lucha cuyo principal escenario es lo que coloquialmente se ha dado en llamar "la calle". En otras palabras, este país preñado de conflictos sociales, exige una oposición que sepa asumir la vocería de la Venezuela que protesta y pueda acompañar, sin extremismos ni búsqueda de protagonismos, el reclamo popular.
No otra cosa quiso decir en la tan cacaerada frase atribuida a Ramón Guillermo Aveledo en la delictiva grabación a María Corina Machado y Carrera Damas.
Elecciones sí, pero también enfrentar, contundente y cotidianamente, al Gobierno en sus disparates y atropellos, que abundan.
Pero no sólo el Gobierno fomenta el clima de zozobras y odios, no pocos opositores andan saboteando, desde la otra esquina, las vías democráticas y pacíficas. El argumento de que no debemos ir a elecciones en diciembre con el mismo CNE que nos trampeó en abril hace camino y daño.
Y debemos combatirlo porque no hay duda de que dicho evento es decisivo para el futuro inmediato del país, ya que éstas serán realmente plebiscitarias, hablarán muy fuerte de la verdadera correlación de poderes en Venezuela. Y, contrariamente a ese argumento especioso, la batalla dada por Capriles y la MUD en pos de la equidad y el equilibrio electoral han robustecido las posiciones democráticas y hacen cada vez más dificultosas las trampas comiciales.
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