Uno puede tomar cualquier sector de la economía y se va a encontrar con un cuadro depresivo de pronóstico reservado. La caída en el sector industrial, tanto público como privado, pero sobre todo en este último, es mayúscula
SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Aunque a usted, lector amigo, no hay que darle demasiadas explicaciones sobre la velocidad con la cual su sobre semanal o quincenal se queda vacío, porque vive la experiencia en carne propia, no está demás asomarse de vez en cuando a los numeritos oficiales sobre como se mueve la economía. Esos averages son muy ilustrativos.
Uno puede tomar cualquier sector de la economía y se va a encontrar con un cuadro depresivo de pronóstico reservado. La caída en el sector industrial, tanto público como privado, pero sobre todo en este último, es mayúscula.
Tomemos, por ejemplo, el sector automotriz, que recientemente hizo conocer sus cifras de producción, comparando las del año pasado con las de lo que va de este.
De enero a junio de 2013 se produjeron 36.919 vehículos; en el mismo periodo de 2012 se produjeron 58.044. Hay una caída de 36%. En junio de 2012 salieron 10.573 unidades, contra 5.766 en junio de este año.
¡Casi menos de la mitad: 45,46% negativo! Este mismo año, entre mayo y junio hubo un descenso en la producción de 29,27%; en mayo comenzaron a rodar 8.152 vehículos en tanto que en el mes siguiente, junio, lo hicieron 5.766.
Estos números, fríos como son en el papel, traducen lo que ocurre en la vida real. Menos producción requiere menos obreros, con todo y ley de inamovilidad laboral, para la cual existe el escape de las prestaciones dobles y/o los bonos adicionales.
Hablamos de desempleo, que no por casualidad es mayor en Aragua y Carabobo, estados industriales, donde, además, está localizada prácticamente toda la producción automotriz.
Por supuesto que esto no comenzó con Maduro, pero la política que nos lleva por esta calle de la amargura, instaurada por el fallecido presidente, la ha mantenido Maduro, probablemente porque ni él ni su equipo (y menos Giordani) tienen idea de políticas alternativas. Sólo confían en la inagotable provisión de dólares petroleros. Pero ya ni eso les alcanza.
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