Por: VenEconomía
Hace 50 años Fidel Castro impuso a los cubanos la tarjeta de racionamiento con la cual comprar alimentos a precios subsidiados. El objetivo era enfrentar la escasez, y evitar la especulación en los precios y el acaparamiento con fines de lucro, con “una vocación igualitaria”.
Hoy cada cubano recibe cada mes “cinco huevos, una libra (460 gramos) de frijoles, cuatro libras de azúcar, media libra de aceite, una libra de pollo, siete libras de arroz, cuatro onzas (115 gramos) de café, un paquete de pasta. Incluye otras 11 onzas (316 gramos) de “pollo por pescado”,y media libra de picadillo de soja”.
Los venezolanos hoy, a manos de Nicolás Maduro, caminan hacia eso que Chávez consideraba el mar de la felicidad.
Tres ejemplos hablan por sí solos, y los tres se reflejan en la prensa nacional de este jueves:
El primero, es el efecto inmediato que ha tenido al Providencia 294 de la Superintendencia Nacional de Costos y Precios que regula los precios de todos los servicios de los centros de salud privados y los honorarios médicos. Esta es una normativa que está desfasada con respecto a la actual realidad económica de Venezuela, y los precios de servicios, análisis, exámenes y honorarios fueron fijados arbitrariamente por debajo de costo. Con ello se pone en riesgo la sobrevivencia del servicio privado de salud, en momentos cuando el Estado ha demostrado una total ineficiencia e impericia en el manejo de la salud pública. Hoy al clamor de la Federación Médica Venezolana para que se revise la providencia, se une el alerta de la Sociedad Venezolana de Anatomía patológica sobre “el inminente cierre de 200 laboratorios privados en el país” debido a que los precios del servicio regulados no cubren los costos de esa labor.
El segundo, es la amenaza que se cierne sobre la compra-venta de vehículos con la Ley penal que regulará esta actividad. Tal como está siendo aprobada en segunda discusión por la Asamblea Nacional, la ley de marras obligará a la venta de vehículos nuevos y usados nacionales e importados por debajo de sus costos.
El tercero, también en pleno desarrollo, es que al gobierno obligar a vender la carne a Bs.28 por kilo, cuando el precio en canal es de Bs.50 por Kilo, ha llevado una protesta masiva de los comerciantes de la carne de Táchira y Lara, que incluye que 70 carniceros de Táchira cierren por segundo día consecutivo sus comercios.
A esto se le suma la escasez y el desabastecimiento generalizados de alimentos, gracias a la sequía de divisas y a la destrucción del aparato productivo y la agroindustria entre otras medidas que emulan a las castristas, que han originado largas colas (e incluso enfrentamientos) entre los consumidores para la compra de productos.
No es exagerado el temor de que el ensayo con el chip de la gasolina en los estados fronterizos sea el primer paso para la tarjeta de racionamiento a la cubana.
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