SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Escribir sobre un colega asesinado nunca es fácil. El dolor, la tristeza, la sensación de pérdida es lo que se aloja en la punta de los dedos al teclear. Y la arrechera.
Especialmente la arrechera. Eso lo sabe Leo Felipe Campos, quizá el periodista que puso por escrito el mejor retrato de la indignación que se siente luego del homicidio de Jhonny González, periodista deportivo de la Cadena Capriles. Era su amigo, como ahora lo es de todos.
Por eso enerva el alma escuchar a Nicolás Maduro diciendo que detrás de ese suceso pudiera estar la mano peluda de la derecha, de Álvaro Uribe, de la conspiración internacional y de quienes quieren matarlo A ÉL. "Qué casualidad que fue en Petare justo cuando yo iba para allá", dijo sin sentido del insulto.
Sin que las investigaciones hayan determinado las causas del asesinato de 6 tiros, se aventuró con su hipótesis, irrespetando el procedimiento, al propio Cicpc, a los amigos y a su familia, esa que le ha tocado hacer dos veces el recorrido hasta la morgue para reclamar el cuerpo de un hijo muerto, presuntamente para quitarle el carro. Hace más de 10 años fue la primera vez. A ninguna madre, a ningún padre, debería tocarle ni siquiera una.
¿Pretende Nicolás restarle importancia al suceso porque fuese un sicariato? De serlo, ya se sabrá (esperemos), igual es responsabilidad del Estado tener una ciudad donde la venta de armas es tan libertina, donde la impunidad es como un escudo y donde el malandraje controla las calles.
Con eso ha convivido Nicolás desde el poder durante 15 años. No caben excusas. Esta Ciudad Juárez es el legado de la "revolución" de la que él ha comido.
A Jhonny lo mató la irresponsabilidad de un gobierno incapaz de cuidar a su pueblo, de procurar la paz, de promulgar una nueva Ley Desarme o aplicar la vigente.
En menos de 3 días de mayo ya iban 44 muertos en la morgue. Los de 2013 ya superan varios miles. Así que no le eches ese muerto a Uribe. Asume tu peo, Nicolás.
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