Por: VenEconomía
Las cinco universidades autónomas, las de mayor prestigio del país y de reconocimiento internacional, están en pie de lucha. Unidos estudiantes, profesores y trabajadores rehúsan el dominio de un régimen que busca que se alineen con los planes de desarrollo económico, político y social para construir la “patria socialista”.
Como bien es sabido, los integrantes y representantes de estas cinco universidades han resistido por años a los deseos del gobierno de Hugo Chávez de convertirlas en germinadoras del llamado “hombre nuevo” que requiere la “patria socialista”. Por un lado, porque dicha “patria socialista” dista tajantemente del mandato de la Constitución Nacional que consagra en su artículo 2 que Venezuela es un “Estado democrático con pluralismo político”. Por otro, porque con ello se castraría “el espíritu de solidaridad social con enseñanza abierta a todas las corrientes del pensamiento” que debe privar en toda universidad.
También es harto conocido que el gobierno de Chávez desde hace más de una década viene ejecutando un ataque sistemático desde diferentes flancos y con diversas artimañas a las universidades, que hasta ahora no ha tenido el éxito que hubiera esperado el difunto.
No le ha servido, por ejemplo, el haber invertido ingentes recursos para crear nuevas universidades bolivarianas y para transformar las universidades experimentales en entelequias al servicio de la “revolución”. Unos centros que han servido para gestar el mayor fraude que gobierno alguno ha cometido contra millones de jóvenes, a quienes se les ha vendido una educación e instrucción precaria que muy poco les servirá a futuro para su desarrollo profesional.
Ni tampoco le ha valido el haber utilizado el presupuesto como el arma de destrucción de las universidades autónomas. Desde hace más de siete años el Gobierno ha venido reconduciendo el presupuesto a estas universidades sin tomar en consideración el impacto inflacionario, causándoles un déficit profundo que perjudica el desenvolvimiento de las actividades académicas, de extensión, de investigación y deportivas. Ha demorado y entorpecido el desarrollo tecnológico, la logística de transporte, la adquisición de equipos, y la inversión y mantenimiento de la infraestructura. Incluso ha afectado la planta de los profesores, la cual se está envejeciendo y reduciendo ante la falta de recursos para su renovación; ha deteriorado además los ingresos y calidad de vida de profesores y trabajadores, y mermado la ayuda social a estudiantes de escasos recursos.
Ahora Nicolás Maduro, en su cuestionado ejercicio presidencial, busca terminar la tarea inconclusa del difunto Chávez. No solo desconoce los justos reclamos que están haciendo los universitarios y la representación legítima de los profesores de la FAPUV, sino que los criminaliza y desvirtúa su protesta. A la par, se burla de ellos al montar una parodia de negociaciones con sindicaleros a su servicio.
Anuncia el Ministerio de Educación Superior hoy un aumento salarial, que si bien es considerable aún queda rezagado sustancialmente, mientras que camufladamente intenta vía una contratación colectiva sesgada abrir las puertas para regular la vida académica en general, violar la autonomía e intervenir a las universidades.
Olvidan Maduro y su combo que la universidad, esa casa que vence las sombras, nunca se ha dejado castrar.
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