Por: Gernando Rodríguez/TalCual
Comoquiera que eso del diálogo es, por los momentos, un laberinto de mil vericuetos, más vale ir poco a poco, paso a paso en su recorrido sin pena de no caer en las numerosas trampajaulas que contiene. Hasta ahora lo único que tiene un mínimo perfil es el proyecto, vaya usted a saber con cuál mecanismo, para aminorar la delincuencia que nos está devorando y que los venezolanos perciben con mucho como el mayor problema del país.
Para atacar cualquier enfermedad hay que tener un diagnóstico lo más certero posible, es decir, dar con la verdadera naturaleza del mal. Lo cual no es nada fácil dada la propensión del régimen a la mentira y a las retóricas huecas, en especial atribuirle a otros los propios, inagotables, pecados y torpezas.
Lo último es la inflación “inducida y criminal”, como llama Maduro a 15 años de estupideces económicas gubernamentales. Digamos algunas elementalidades al respecto.
Primero lo primero, las cifras. El gobierno pretende que se han reducido y que son unos 39 asesinatos por cada cien mil habitantes, que es ya muchísimo. El Observatorio Venezolano sobre la Violencia dice que es el doble, lo que nos coloca entre los cinco países más criminales del mundo.
Dicho laboratorio está constituido por destacados científicos sociales de las más constituidas universidades del país, lo cual implica cualidades metódicas y responsabilidad intelectual que son ajenas a nuestros jefes cuarteleros y directivos policiales.
De manera que no dudamos quién está en lo cierto. Si quieren una evidencia más tosca miren el gentío que se va aludiendo a la violencia como primer motivo y los turistas que han dejado de venir a un destino tan chévere como la risa de Izarra, lo cual nos coloca en los últimos lugares del continente en esa vigorosa industria de nuestro tiempo. Luego las supuestas causas mayores: el capitalismo y sus antivalores o la perversidad de los medios mezclada a la pobreza.
Basura argumental. La mayoría de los países del continente ven, grosso modo , las mismas películas y la misma tv o consumen similarmente y tienen cifras de un dígito en crímenes intencionales (vgr. Chile y Uruguay rondan 4 puntos). Y en cuanto a niveles de vida la pobre Bolivia y el paupérrimo Haití andan en los 6 puntos.
Y por último los Estados Unidos, meca y ápice del capitalismo, no supera los 5 y Europa Occidental tiene en promedio menos de 3. Con lo cual, por supuesto, no queremos decir que el capitalismo sea paradisíaco, los medios exentos de perversidad o que ser pobre es bueno y que esos factores no tengan nada que ver con el fenómeno. En realidad no es osado decir que el brutal crecimiento del delito y en especial del homicidio tiene vínculos estrechos con el chavismo.
Primero, con su incapacidad innata para manejar ese o cualquier otro asunto público, como lo prueban suficientemente los 22 programas fallidos para combatir el hampa, el uso desastroso del glorioso ejército patrio para combatir rufianes y asesinos, los millones de armas en manos privadas que el mismo gobierno reconoce, la absoluta impunidad de más del 90% de los crímenes, el horror de las cárceles, etc.
Pero no es sólo eso, no es sólo ignorancia e ineficiencia, es la destrucción de la moral ciudadana por la degeneración de la justicia, la corrupción impune a todos los niveles, la complicidad ideológica no pocas veces, los capos de las alturas con o sin charreteras y sobre todo la devaluación de la fraternidad y la cohesión social por la sistemática siembra del odio que es también una forma de asesinar simbólicamente. Es por ahí que hay que comenzar a hablar, a adecentar la casa de todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario