Por: VenEconomía
El leiv motiv en estos últimos 15 años ha sido la toma de decisiones gubernamentales erradas en materia económica y social, pensadas para establecer un modelo de país copiado de la Cuba de los Castro.
Como está hartamente demostrado esto ha conducido a una profunda crisis económica y social.
Lamentablemente, las razones políticas de los dos gobernantes de la seudo revolución bolivariana, Hugo Chávez y Nicolás Maduro, han llevado a que las medidas aplicadas para “corregir” sus propios entuertos sean peores que la enfermedad producida por el castrocomunismo, o que las medianamente acertadas (cuando las circunstancas deplorables o la presión social no les deja otro camino) se tomen a destiempo y se queden cortas.
Uno de esos casos es lo que está aconteciendo en materia cambiaria. El colapso económico generado por el férreo control cambiario impuesto desde 2003, ha sido (entre otras muchas) una de las causas de una ingente inflación, de la escasez rampante de bienes y productos básicos y de un desincentivo a la producción y a la inversión. Los controles hicieron implosión en 2013 y, a todas luces, se corrobora que para las autoridades de la economía no les queda otra alternativa que no sea la de recurrir a una maxidevaluación.
Sin embargo, razones electoreras, el temor generado por los efectos que ello tendría en la población y fuertes divergencias en los grupos internos del partido de gobierno han hecho que Nicolás Maduro venga corriendo la arruga desde hace meses, igual como ha hecho con el necesario incremento del precio de la gasolina, o con la urgencia de ponerle el cascabel al gato en materia de inseguridad.
Esta irresponsable forma de gobernar no ha hecho más que complicar la situación. Por ejemplo, si se calcula la paridad cambiaria comparando la relación entre Liquidez Monetaria (M2) y reservas internacionales, la devaluación debería llevar el cambio a eso de los Bs.55:$.
Hecho este primer paso, se podrían hacer los ajustes pertinentes para controlar la inflación que ello generaría y aplicar medidas que incentiven la producción con base en la confianza y en la seguridad de las inversiones y sus réditos, sólo posible en un Estado de Derecho y respeto a la propiedad privada.
La cuestión es que esta línea de acción que permitiría sanear la economía y reactivar al país no parece estar en la mente de quienes gobiernan, ni de sus mentores cubanos.
Por el contrario, en vez de emular a Ludwig Erhard, el padre del “Milagro Alemán”, que logró sacar a la empobrecida Alemania de postguerra del hoyo donde estaba metida, eliminando los controles y dejando actuar a las leyes del mercado, Maduro está copiando las políticas castradoras de los Castro, imponiendo más controles sobre los controles y estableciendo una total hegemonía del Estado en todo ámbito económico, político y social, llevando a la ruina a los venezolanos y favoreciendo la discrecionalidad y la corrupción.
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