C.M. GUERRERO / EL NUEVO HERALD |
Fidel Castro ha afirmado que vivía una vida de frugalidad revolucionaria ejemplar, con un sueldo de apenas $36 al mes.
“Mentiras”, dijo Juan Reinaldo Sánchez, de 65 años, quien sirvió de guardaespaldas al ex gobernante cubano durante 17 años, y que ha publicado un libro de memorias retratando a Castro como una especie de señor feudal que gobernaba la isla como si fuera su hacienda personal.
Castro controlaba personalmente alrededor de 20 mansiones de lujo, una isla del Caribe con una piscina llena de delfines, el yate Aquarama II de 88 pies de eslora, y varias embarcaciones pesqueras cuya pesca se vendía en dólares que eran luego depositados en su cuenta, de acuerdo con Sánchez.
“El siempre dice que vive modestamente. Mentiras. Vive con un lujo que muchos cubanos ni siquiera se lo pueden imaginar”, dijo Sánchez a El Nuevo Herald en su primera entrevista después que el libro La Vie Cachée de Fidel Castro ( La vida oculta de Fidel Castro) se publicara el miércoles en Francia.
Sánchez dijo que Castro perdió la confianza en él luego de que su hermano escapó de Cuba en 1994. Obligado a dejar el servicio personal de escolta, él se negó a aceptar ser transferido y pidió el retiro, pero fue enviado a la cárcel por dos años por insubordinación.
Pasó los tres primeros meses en una celda de aislamiento sofocante, plagada de mosquitos, de apenas nueve por nueve pies, y bajó de 187 a 114 libras.
Tras escapar de la isla en una lancha rápida a México en el 2008, cruzó la frontera de Estados Unidos y se estableció en Miami.
Sánchez, invitado habitual en programas de televisión en español del sur de la Florida, ha dicho anteriormente que Castro aprobó la operación de tráfico de drogas que condujo a la ejecución del general Arnaldo Ochoa en 1989, y ha comentado sobre otros secretos cubanos.
Otros desertores han confirmado que Sánchez, graduado del Instituto Superior de Contrainteligencia Eliseo Reyes Rodríguez del Ministerio del Interior, pasó muchos años en la guardia pretoriana de Castro: los cinco últimos en su círculo más íntimo de escoltas.
Sánchez tiene un fajo de fotos, de una pulgada de grueso, en las que aparece él junto a Castro, en ocasiones vistiendo un uniforme de teniente coronel del Ministerio del Interior. También posee certificados de apreciación firmados por Castro. No obstante, sus anécdotas no se pueden verificar de modo independiente debido a la naturaleza de las mismas.
En su libro de 325 páginas, Sánchez afirma que Castro, quien tiene ahora 87 años, controlaba varias cuentas de banco numeradas en el extranjero, así como las finanzas de varias empresas estatales –incluyendo una pequeña mina de oro en la Isla de la Juventud– que reportaban directamente a él como presidente del Consejo de Estado.
Cuando Castro recibió una caja de tabacos Cohiba llena de diamantes angolanos, le dijo a un asistente suyo que los vendiera en el mercado internacional, agregándole: “y tú sabes qué hacer”, relató Sánchez. Dos grandes colmillos de elefante que adornaban su casa también vinieron de Angola.
Ninguna de las cuentas de banco o empresas estaban a nombre de Castro, pero no tenían que estarlo, dijo el guardaespaldas. “El no rendía cuentas a nadie. El tenía el control absoluto” de actividades económicas que Sánchez estimó en “cientos de millones de dólares” durante diez años.
Pero luego de que la revista Forbes incluyera al gobernante cubano en su lista de los diez mandatarios más ricos en el 2006, titulada Kings, Queens and Dictator ( Reyes, reinas y dictador), él declaró que su sueldo era de alrededor de 900 pesos al mes, o sea, unos $36.
El ex escolta dijo que parte del libro se centra en la fastuosa vida de Castro porque se conoce muy poco del tema, incluso dentro de la nación comunista. El gobernante cubano ha dicho que su vida personal es “secreto de estado” debido a los múltiples intentos que se han hecho para asesinarlo.
“Al revés de lo que él siempre ha dicho, Fidel nunca ha renunciado a las comodidades del capitalismo ni ha escogido una vida austera. Por el contrario, su modo de vida es el de un capitalista” afirma el libro, escrito conjuntamente con Axel Gyldén, importante periodista de la revista L'Express en Francia.
“Esta es la primera vez que alguien del círculo íntimo de Castro, alguien que fue parte del sistema y testigo personal de estos hechos, ha hablado”, Gyldén ha dicho a periodistas.
Quienes visitan la casa de Castro al oeste de La Habana, conocida como Punto Cero, la han descrito como relativamente modesta, tal vez al nivel de un hogar de clase media-alta en Estados Unidos, pero mucho mejor de lo que muchos cubanos pueden siquiera imaginar.
Pero Sánchez dijo que, lejos de la vista del público, Castro ha disfrutado de una vida fastuosa, pasando un mes todos los años en el paradisíaco Cayo Piedra al sur de la Bahía de Cochinos, y a menudo los fines de semana en un coto de caza de patos en Pinar del Río llamado La Deseada.
Cayo Piedra, que incluye una laguna poblada de delfines y tortugas, recibía servicios desde una marina controlada por Castro con varios cientos de trabajadores que tripulaban tres yates de gran tamaño, entre ellos el Aquarama II, dijo Sánchez. Con un acabado de maderas preciosas de Angola, era impulsado por cuatro motores de alta velocidad enviados por el gobernante soviético Leonid Brezhnev.
Castro controlaba además otros dos yates de gran tamaño, uno de los cuales estaba equipado como hospital flotante, y dos barcos de pesca comercial que aprovisionaban a Cayo Piedra y vendían el excedente en La Habana por dólares que iban a parar a sus cuentas de banco, rememoró el escolta.
En el cayo sólo se permitía la visita de amigos especiales, según Sánchez, tales como el difunto autor colombiano Gabriel García Márquez, el propietario de CNN Ted Turner y Erich Honecker, entonces jefe de estado de la comunista Alemania del Este.
Castro controlaba además un complejo de edificios y terrenos en La Habana, incluyendo una cancha de baloncesto, un centro médico totalmente equipado y una pista de bowling, ordenada para él en una azotea por una de sus amantes y asistentas personales más cercanas, la difunta Celia Sánchez.
Castro se casó más tarde con la madre de cinco de sus doce o más hijos, Dalia Soto del Valle, pero incluso después de su boda mantuvo relaciones con una aeromoza, una traductora y otra mujer, dijo Sánchez. Soto del Valle tuvo a su vez un romance con un chofer, pero Castro los perdonó a ambos.
Todo lo que recibía el líder cubano, incluyendo ropa, alimentos e incluso documentos oficiales, era revisado primero para detectar gérmenes y radiación, dijo Sánchez. Y todas las mañanas, un asistente le llevaba un manojo de reportes sobre actividades de inteligencia cubana en todo el mundo además de reportajes internacionales de prensa.
Castro siempre se movía acompañado de por lo menos diez escoltas, dos de los cuales con su mismo grupo sanguíneo para poder darle una transfusión directa en caso de emergencia porque él no confiaba en los bancos de sangre, según el guardaespaldas.
El gobernante cubano tuvo graves crisis de salud en 1983 y 1992, y recibió tratamiento de radiación por lo que los médicos describieron como sangramiento anal debido a un cáncer intestinal, afirmó Sánchez. Su negativa a operarse contribuyó a otra crisis intestinal en el 2006, cuando él finalmente renunció al poder.
“En 1992 yo lo vi muerto en una camilla. Las enfermeras llorando y todo”, dijo Sánchez. Pero Castro se recuperó y siguió gobernando por otros 14 años.
El Nuevo Herald
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