Henrique Capriles se las cantó bien clarito a los pranes: la cárcel es un castigo, y allí debe mandar el Gobierno y no los delincuentes. Un contraste con la complicidad de Esteban y su patrulla 15 con los que se han convertido en dueños y señores de los penales.
Esa complicidad no solo se evidencia con la negociación presidencial directa con los presos, sino con la generosidad con que la vista se engorda para darle paso a la mafia, a las armas, a la droga y hasta a las discotecas carcelarias.
La evidencia está en las fotografías, donde también queda patente quién sí sufre el encono de la "justicia". De La Planta salieron como si fueran amigos, sin esposas, sin nadie apuntándolos. En cambio a la jueza Afiuni, una mujer que no representa peligro, no solo le encasquetan las esposas y cadenas sino que con ella no hay acuerdo alguno, ni permisos de salud.
Para el Gobierno, Afiuni es más pran que sus compadres carcelarios. ¿Se acordó el comandante de su orden de encerrarla por 30 años cuando dijo el martes que no todos los delitos merecen pena de cárcel?
TalCualDigital
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