Por: VenEconomía
Las malas noticias no cesan de llegar desde el 14 de abril, cuando Tibisay Lucena, la rectora del Consejo Nacional Electoral, anunció el precario y controversial triunfo de su camarada Nicolás Maduro.
Han transcurrido desde entonces horas y días de lamentables y dantescos hechos protagonizados por la élite en el poder.
Desde la violación de los derechos humanos de los manifestantes que exigían una auditoría, quienes fueron sometidos a violencia física y vejaciones; pasando por el violento discurso de Maduro desconociendo el liderazgo que la mitad del país le dio a Henrique Capriles y amenazándolo con llevarlo a prisión; la vergonzosa actitud de Diosdado Cabello violentando el fuero parlamentario de los diputados de la unidad democrática al negarles ejercer la representatividad de más de 5,3 millones de venezolanos; hasta llegar a las proclamas inconstitucionales de diversos funcionarios amenazando a diestra y siniestra en despedir a empleados y obreros que no se plieguen al proceso castrocomunista, en claro desacato a la ley del trabajo y la inmovilidad laboral y rememorando la nefasta Lista Tascón.
En medio de esta jauría, el 18 de abril, gracias a la presión ejercida por la opinión pública nacional e internacional, se sintió un breve respiro con el anuncio del CNE de que aceptaba la solicitud de Capriles y Vicente Díaz de ir a una auditoría –aunque parcial– de los actos comiciales.
Sin embargo, el confuso mensaje dominical del trío de rectoras Oblitas, D′Amelio y Hernández, luego de que se marcharan los presidentes y autoridades que vinieron a la juramentación de Maduro, fue un golpe a la esperanza de los más de siete millones de venezolanos que apoyaron a Capriles, y una vil jugarreta para desmovilizar a la población, callar las cacerolas de protestas, sumir en la desesperanza a la sociedad democrática y burlar la buena voluntad de los mandatarios de Unasur.
El trío afirmó que “Aquí dimos unos resultados el 14 de abril que son irreversibles (...) No hubo error en la auditoria, se han hecho falsas expectativas sobre un presunto reconteo”.
Y aunque el rector Vicente Díaz y Capriles han insistido en que sí se contarán los comprobantes de votación y en que sí es posible que se comprueben las irregularidades que cambiaron la intención de voto de miles de electores, la duda y la inquietud están sembradas en el colectivo.
Por otro lado, las malas noticias siguen llegando con el anuncio de los nuevos integrantes del tren ministerial, con la excepción de una buena (sale Jorge Giordani de Finanzas) y una no tan buena (la entrada al despacho de Nelson Merentes, un monetarista radical). El resto es: 1) Mucho reciclaje en los 17 cambios ministeriales: caras viejas que vuelven a la palestra y unos pocos personajes nuevos que entran en escena. 2) La ratificación de los más radicales, entre ellos, Ricardo Molina en Vivienda y Hábitat ¿en recompensa por la amenaza de botar a todo aquel que esté contra la revolución? 3) El presagio de una recentralización de facto de los estados y municipios con la creación de las coordinaciones regionales.
En resumen mal comienzo de un gobierno con precario apoyo popular que se enfrenta a una crisis económica y social sin precedentes. No en vano el Papa Francisco elevó sus plegarias por Venezuela.
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