Nuestras relaciones exteriores cada día van más del tumbo al tambo, conducidas de manera irresponsable y oportunista, siempre obedeciendo a la coyuntura y nunca a lo estratégico, enfiladas a la entrega de nuestra soberanía y a la pérdida de protagonismo en nuestras áreas de influencia históricamente fundamentales.
Ya vemos como Guyana se ríe de nuestros reclamos y ahora hasta se atreve a reclamar que los soldados venezolanos pongan orden en una frontera cuyos límites están en reclamación. Hablan con descaro de que los miembros de la FAN los extorsionan, lo cual es falso, pero no dicen que estos mineros guyaneses talan la selva y contaminan los ríos con mercurio en sus explotaciones ilegales de oro.
Mientras tanto, aquí en la Cancillería se procede a despedir de manera grosera al comisionado especial para Guyana, vicealmirante (r) Elías Daniels, que se entera de su remoción cuando la lee en la Gaceta Oficial. Daniels es un conocedor profundo de los problemas con Guyana ya que durante décadas ha ejercido ad honorem ese cargo.
Para sustituirlo nombran al jefe de la Armada, que es perito en olas y mareas pero dudamos que maneje el tema de Guyana como Daniels. En todo caso, a este alto oficial se le rebaja de categoría y se le humilla por alguna razón desconocida.
Por otra parte, hacemos el ridículo con la designación de Maximilien Sánchez Arveláiz, como ministro consejero en Comisión, Encargado de Negocios Ad Ínterin, en la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en Estados Unidos. Es otra aberración (y son muchas) que ha cometido la diplomacia revolucionaria en estos años.
Es un solemne disparate del gobierno haber solicitado el beneplácito para este novato que bien ha sabido penetrar las esferas de poder de la revolución de manos del famoso grupo de francesitos, con Ignacio Ramonet a la cabeza, y otro grupo de vividores ávidos de petrodólares, agentes de sectores seudo izquierdistas y especialmente de los que están alineados con el Foro de Sao Paulo.
Lo que el gobierno hace no es otra cosa que imponer a su antojo a una persona que ya de por sí fue rechazada por el gobierno de Estados Unidos al no otorgarle el beneplácito y que por su condición de ex embajador en Brasil y por un mínimo de respeto a la investidura que significan estas representaciones de Estado, no debe ahora rebajarse como ministro consejero en nuestra delegación en Washington.
Esta jugada de imponer este candidato es similar a la de Chávez cuando perdió el referéndum y comenzó igualmente a diestra y siniestra a violar la Constitución aplicando las reformas que la mayoría del país le negó.
Es por demás muy sospechoso que el gobierno insista con este funcionario que tan mala imagen profesional ha dejado a su paso, a quien nadie le conoce mayores antecedentes intelectuales y que bien se plegó como mandadero de la revolución en la conocida cohorte de los “francesitos” que marearon a Maduro, para que sea hoy el designado para tratar de desenredar los entuertos en Estados Unidos.
Solo pasen revista por la dimensión política, ética e intelectual de la mayoría de los embajadores que ha tenido Venezuela en las últimas décadas para entender esta insistente designación.
Si el gobierno tiene dignidad, buscará otro candidato. Este perdió la opción ética de ser el representante de Venezuela cuando el gobierno receptor no le otorgó el respectivo beneplácito. Además, en la tradición diplomática no se acostumbra que se designen posteriormente encargados de negocios como embajadores acreditados ante los mismos gobiernos. Es una vergüenza para los venezolanos.
Fuente: El Nacional
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